viernes, 21 de enero de 2022

¿Un solo No Uruguay?

 



En esclarecedora entrevista de Eduardo Delgado en La Diaria de este fin de semana a uno de los voceros de “Un Solo Uruguay”, Marcelo Nougué, Delgado contextualiza le pregunto si en Un Solo Uruguay se habla también de las contradicciones en el propio medio rural. Por ejemplo, los problemas para arrendar campos, el aumento del valor de la tierra, las grandes concentraciones de terrenos, el monocultivo y la forestación, que pueden generar intereses contrapuestos en la interna del movimiento. Contesta que han tenido que discutir, compartir y convivir sectores tan antagónicos dentro de la producción como los apicultores y los agricultores, porque los problemas centrales son los mismos”.

O sea, Delgado le preguntó por los grandes y verdaderos problemas fundamentales del país, por los monopolistas terratenientes rentistas (de un territorio gravemente extranjerizado, agrego) y el vocero le sale con la contradicción apicultores-agricultores ¿A quiénes encubre “Un Solo Uruguay”? A un solo No Uruguay y al otro No Uruguay, porque no hay uno sin otro.

Franco se lo pasaba diciendo, “España es una”, “una sola España”, “una grande y libre”, “España es una”, repetía.

José Bergamín escribió, “si España es una, ¿dónde está la otra?

Pueden decirme que también Xi Jinping dice “una sola China”, pero se refiere exclusivamente al Estado, al reconocimiento internacional de un Estado autodeterminado por su pueblo en exclusiva. El único Estado chino se llama República Popular. No se llama socialista (“un Estado, dos sistemas”), ni se llama simplemente China. Se llama República Popular China. ¿Por qué se llama República Popular? Porque el campeonato mundial de leninismo lo ganó Mao. Cuando Lenin conoció Londres, se paró en el puente del Támesis, miró a un lado, miró al otro y dijo: “two countries”.

Reivindicar que Uruguay sea un solo Estado no parece una preocupación plausible y “Un Solo Uruguay” no lo plantea siquiera, porque ya lo es definitivamente.

Nadie, que yo sepa, piensa instalarse en Isla de Lobos a la manera de Taiwán (no fue a eso Lacalle Pou a la Isla de Lobos, aunque haya ido en el yate de un procesista criminal de la guerra sucia argentina), nadie piensa independizar Punta del Este y declararla territorio macrista, con Susana Giménez de primera ministra, o levantar en piedra “el muro de Montevideo” entre el oeste y la costa, pero cada país es bastantes países (“somos muchos más que dos” dijo el poeta). Uruguay es la clase obrera, el pueblo todo, los apicultores, los agricultores, el peón rural y el productor agobiado por la renta del terrateniente imperialista extranjero que afecta una cuestión esencial del Estado Nación, el territorio.

Un solo Uruguay” no lucha contra que haya dos Estados. En todo caso machaconamente, reclama que el Estado uruguayo sea más chico, más “dejá que las transnacionales hagan lo que se les cante”, más “dejá que manden las corporaciones y los bien mandados alcahuetes cipayos de las corporaciones imperialistas”. Un solo No Uruguay es el imperialismo y el otro No Uruguay es la oligarquía.



INSOPORTABILIDAD NUMÉRICCA

El jueves volvieron a llamarme de Claro. Cuarta vez desde que asumió el gobierno (en rigor, tres de Claro y una de Movistar). Promedio, una llamada cada seis meses, para que abandone Antel.

Claro, el gobierno puso al frente de Antel a un ex directivo de Claro. Más claro echale LUC.

Nos toca a los dueños y usuarios de ANTEL, al 90 % que quieren bajar, entretener a las telefonistas para que el gobierno no pueda armar demasiado bardo con la “portabilidad numérica” cuando pierda el referéndum.

Cuanto más tiempo les retenemos cada llamada, no tantas llamadas hacen.

A las dos primeras las corté hermético. “Soy de Antel, la empresa pública, la que aporta más a rentas generales para subsidiar nuestras necesidades. Tenga usted un buen día con poco éxito de gestión laboral. Con el mayor de mis respetos a su persona”, porque no es cosa de ponernos trabajadores contra trabajadores.

A la tercera le argumenté más porque insistió, pero ahora, desde que pusieron en vigencia artículos de la LUC que vamos a anular (o sea, la “portabilidad numérica” que los está volviendo insoportables en sus apuros telefónicos por arrebatarle usuarios a ANTEL, no se deroga: se anula. Al ponerla en funcionamiento antes de que se vote y el pueblo decida, están buscando complicar los trámites posteriores a la anulación), le conté a la cuarta telefonistas que una vez reclamé en ANTEL por un monto excesivo que me cobraron, que otra vez fue mi culpa porque me excedí en la cantidad de datos que utilicé. Oí toda la parte que el trabajo la obliga a decir sobre beneficios de cambiar de empresa, le hice algunas preguntas para que se explayase aún más y recién después empecé, lentamente, a argumentar con el bien público y patriótico, de lo más general a lo más concreto y político, verdadero. Entonces, después de bastante tiempo me dijo, “Ah… es por política”. “Sí, esta llamada de la empresa Claro es por política, claro que es por política. Tenga usted un buen día con poco éxito de gestión laboral. El mayor de mis respetos a su persona”.



APICULTORES CON AGRICULTORES

Los apicultores y los agricultores no son sectores antagónicos, ni mucho menos “tan antagónicos” (“Un Solo Uruguay” miente). Son sectores absolutamente convergentes y complementarios, con los mismos intereses de clase que todo el pueblo. Intereses que se ubican en las antípodas de “Un Solo Uruguay”.

Pero el gobierno y su apéndice “Un Solo Uruguay” ya pretendieron antagonizar trabajadores contra trabajadores, a comienzos de la pandemia, intentando poner al trabajador privado contra el trabajador público, con una maniobra, cuya mera parafernalia televisiva, leguleya, institucional y política, costó más cara que lo recaudado con ella.

Los descuentos de entonces a trabajadores públicos, para que aplaudiese la tribuna imbecilizada por los medios y arrastrase redes a capturar desinformada gente de pueblo, no ahorró un peso, porque se gastó en la maniobra para dividir trabajadores.

Con sus propias palabras negó el Presidente que estuviese dispuesto a donar parte de su sueldo. “No voy a bajar mi estándar económico porque tengo que conservar mi nivel de vida” respondió cuando le preguntaron si iba a hacer como Mujica, que donaba el ochenta por ciento de su sueldo.

Luego, con la oportunidad de dividir al pueblo, un veinte por ciento de quita al sueldo presidencial se recuperó fácil para el “nivel de vida” malla oro, y con satisfacción, porque era para desprestigio del Estado y de lo público, era para estigmatizar a los que luchan en primera línea de la salud, de la ciencia en general, de todos los servicios esenciales, nacionales y municipales, agua, luz, gas, Internet, gendarmerías…

Este gobierno siempre se aplicó a recortar y achicar al pueblo, sigu haciéndolo en plena urgencia de más Estado, hoy más vigente que nunca, pero el Estado no toca la que se llevan por día los propietarios de grandes superficies que medraron con la crisis sanitaria, y mucho más se llevaron en el juego cambiario los apostadores informados con el dólar Uriarte y, ni qué decir, el sector exportador que, antes de las elecciones lloraba a lágrima viva en los altavoces de “Un Solo Uruguay”, para un año después reconocer que había sido su año de mayores ganancias y nos habían garcado, una vez más, enroscados a los sectores financieros imperialistas, que la echan en pala a las carretillas que se llevan, sus CEOs (sus ejecutivos), a sus gigabancos, en transatlántico.

Únicamente la resolución de la contradicción fundamental, patria o imperialismo, abre el principio de resolución de todas las contradicciones subsidiarias. El crecimiento desorbitado de la desigualdad en el mundo es entre el 1% finncierista del Imperio y las inmensas multitudes productivas. Lo mismo, a escala, aplica a Uruguay.

Siempre es bueno buscar ejemplos metódicos lejos, no para extrapolar realidades irreductibles, transidas de peculiaridades históricas, geográficas y de toda índole e infinitos matices, sino para que el distanciamiento nos ayude a ver con mayor lucidez.

Hasta el muro de Berlín que nunca ningún alemán quiso que existiera, porque los del este querían negociar para derribarlo y los del oeste también, cada cual desde su situación, que ninguna era de contradicción antagónica, sino ficticia, se hizo realidad cuando talló el “neoliberalismo” (que ni es nuevo ni es liberal; es el catastrófico final imperialista del capitalismo, que describió Rosa Luxemburgo en La Acumulación de Capital: Una contribución a la explicación económica del imperialismo, aunque el imperialismo es, por un lado, un método histórico para prolongar la vida del capitalismo, también es un medio seguro de llevarlo a un rápido final. Esto no quiere decir que el desarrollo capitalista deba llegar realmente hasta este extremo: la mera tendencia hacia el imperialismo, en sí misma, toma formas que hacen de la fase final del capitalismo un período de catástrofes”, Rosa Luxemburgo 1913). Cuando los Chicago boys se impusieron en Berlín, la población del este descubrió que al través del muro de adoquines había un muro más difícil de derribar.

El dato más llamativo de las recientes elecciones en Alemania es que la fuerza más votada en donde fue la RDA es “Die Linke” (“La Izquierda”, luxemburguista) con casi el 40% de los votos, en tanto no alcanza al 1 % en la otra Alemania, pero lo determinante es que se formó un gobierno de izquierda de la socialdemocracia con los verdes y los votos de Die Linke para lo fundamental: el “antiotanismo” explícito de la designada por el Canciller Olaf Sholz en Asuntos Exteriores, Annalena Baerboks, quien este martes se reunió con Seguéi Lavrov en Moscú.

Y empieza a cambiar la posición de los verdes alineándose a Sholz en el Nord Stream 2. Eso destraba desarrollo de fuerzas productivas, el que incide y viceversa, entre otras cuestiones subsidiarias, en un rosado devenir de la política uruguaya, en todos nuestros acompañados Uruguay.



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