Incendio en Paysandú,
estallido en Kazajistán, diputado gay en China, pero sobre todo, desescalada
nuclear de la ONU.
“Se llegó
tarde”, dijo Lacalle Pou en el incendio en Paysandú. “Nos volvemos con cosas
pendientes”.
Se llegó
tarde él. Las brigadas del SUNCA, del PIT-CNT y de los vecinos llegaron
enseguida de los bomberos. Ardieron cuatro veces más hectáreas que nunca antes
y ese veintipico por ciento de legisladores (blancos y colorados) que por ser
propietarios de empresas rurales tuvieron que pedir autorización a la
presidenta de la asamblea, Beatriz Argimón, para votar contra la ley de
reglamentación forestal presentada por Cabildo Abierto y votada por el Frente
Amplio (y Manini, arrocero), tendrán que ordenar replantar más lejos de los
centros poblados, cuando la lluvia enfríe un poco los campos y vuelva Lacalle
con sus “cosas pendientes” de inaugurar apartamentos de cuatro millones de
dólares y piscina en Punta del Este.
Nuestra
“única democracia plena del mudo” (The Times, con cinismo inglés, durante
gobierno del FA) tiene ese discreto cariz plutocrático. Somos tres millones y
medio de uruguayos y apenas estamos representados, si unos pocos cientos de
hacendados se reflejan en un cuarto de la representación total.
Pero el
incendio más importante del que se ha aliviado el mundo en esta primera semana
de enero es el de la carrera armamentista nuclear. El lunes los países del
Consejo de Seguridad de la ONU, EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia,
reafirmaron la doctrina de no efectuar el primer ataque nuclear tras Nagasaki e
Hiroshima. Esta declaración es especialmente relevante en momentos en que se
discute el emplazamiento de misiles nucleares yanquis en Ucrania a cinco
minutos de Moscú y Putin advierte, en condicional, sobre el emplazamiento de
misiles nucleares rusos en respuesta a pocos kilómetros de la frontera yanqui.
Por ejemplo, podría ser en Nicaragua.
Es
especialmente relevante, además, porque contradice la doctrina del Pentágono
desde tiempos de George W. Bush, de “ataque nuclear preventivo”.
Durante la
Guerra Fría las armas nucleares tenían un propósito defensivo. Impedir la
guerra nuclear porque EE.UU. y la URSS tenían suficiente poder de represalia
para garantizar la “destrucción mutua”. MAD, como la llamaban. Las armas
nucleares no ofrecían una ventaja ofensiva a ninguno de los dos.
Cuando el
Pentágono colocó misiles antibalísticos en las fronteras de Rusia en violación
del acuerdo EE.UU.-URSS, pasó a tener ventaja ofensiva. Esta táctica silenciosa
(el silencio no es estratégico) se incrementó desde la presidencia de Obama,
pero la posibilidad de que USA inicie una guerra nuclear surgió antes, en 2002,
cuando George W. Bush, a instancias de Dick Cheney y de los neoconservadores
que dominaban su régimen, aprobó la “Revisión de la Postura Nuclear”.
Ese
documento, aprobado por el presidente más cretino de la historia de USA,
provocó consternación y condena en el resto del mundo y lanzó una nueva carrera
armamentista. El presidente ruso Putin anunció inmediatamente que Rusia
gastaría todas las sumas necesarias para mantener su capacidad de represalias
nucleares. Los chinos demostraron su habilidad al destruir un satélite en el
espacio con un misil. El alcalde de Hiroshima declaró: “El Tratado de No
Proliferación Nuclear, el acuerdo internacional central que guía la eliminación
de las armas nucleares, está al borde del colapso. La causa principal es la
política nuclear de EE.UU. que, al declarar abiertamente la posibilidad de un
primer ataque nuclear preventivo y al pedir la reanudación de la investigación
de minibombas nucleares y otras denominadas ‘armas nucleares utilizables’,
parece adorar las armas nucleares como si fueran Dios”.
En diciembre
de 2021, noventa científicos de primer orden en EEUU exigieron al presidente
Biden que adopte oficialmente la doctrina de no efectuar bajo ningún concepto
un primer ataque nuclear y reniegue de la doctrina del “ataque nuclear
preventivo”. La declaración de esta semana abre camino internacional, no sólo a
esa rectificación, sino también a la reanudación de las conversaciones con Irán
sobre su programa nuclear. Pero en la opinión pública yanqui esta postura no es
popular. La candidata de esos universitarios científicos, de Silicon Valley y
de parte de Wall Street, Kamala Harris, apenas alcanza, según las más recientes
encuestas, un 10% de aprobación, mientras el propio Biden ha caído a un 30%.
LAS
AGENDAS BOLCHE Y NAZI DE LA CAMBIANTE EUROPA
El
pronóstico más reiterado en Estados Unidos es que en 2024 vuelve Trump. Sin
embargo, Biden se ha animado a negar el emplazamiento de misiles nucleares en
Ucrania, luego de meses de ambigüedades, y consejos en sentido contrario para
que tape con una nueva guerra la derrota en Afganistán.
Esto ocurre
recién en enero, luego de una intensa campaña del gobierno ruso (conferencias
de Lavrov y de Putin) señalando sus líneas rojas. Es muy significativa la
participación este fin de semana de María Sajarova en la polémica ucraniana por
los homenajes que tiene agendado el gobierno de Bolodymyr Zelensky realizar
este año, a los nazis secuaces de Stephan Bandera, el colaboracionista
ucraniano con la invasión de Hitler a la URSS y al propio Bandera.
Zelensky es
un comediante televisivo que ganó la presidencia por mayoría absoluta en
fulminante campaña electoral, prometiendo paz con los rusos y con los
ucranianos rusófonos, en una demostración de que la mayoría del pueblo
ucraniano no quiere guerra, no está radicalizado en ningún sentido, pero una
vez en el gobierno, Zelensky heredó del golpista del Maidán, Petró Poroshenko,
con apoyo de la embajada yanqui y de la política exterior de Bruselas (Borrell,
el azotado por Lavrov en histórica conferencia de 2020) la amenaza del partido
nazi (la prensa le llama neonazi, pero es un error porque es el mismo partido
de Bandera, no tiene nada de nuevo) de otro Maidán, si Zelensky no hostiga al
Donbass (el territorio ucraniano ruso que declaró independientes sus repúblicas
de Donetsk y de Lugansk). La participación de Sajarova fue, por fuerza,
político sovietista, en consonancia con la opinión hoy mayoritaria en nueve de
once repúblicas ex soviéticas encuestadas y con los reclamos del Donbass. No
olvidemos que Donetsk y Lugansk se autoproclaman repúblicas populares.
Tampoco
soslayemos que estas mediciones de nostalgia soviética vienen por lo general,
difundidas desde “Occidente” y procuran dificultades a Putin.
Es
significativo, decimos, que haya sido Sajarova la designada por el Kremlin para
profundizar en el tema soviético que en Rusia todavía es polémico, más allá del
consenso acerca de “La Gran Guerra Patria”, en que los soviéticos derrotaron al
nazismo, porque es inevitable que la misma polémica revisionista histórica se
dé en países bálticos entre colaboracionistas nazis y resistencias
bolcheviques, aunque sin la centralidad que el tema tiene en Ucrania.
Kiev, la
capital de Ucrania, es también la histórica de Rusia, llamada en sus inicios La
Rus de Kiev. El heroísmo bolchevique ucraniano en La Gran Guerra Patria
contiene episodios emblemáticos de la epopeya soviética; entre ellos el
fusilamiento del Dínamo de Kiev tras ganarle a los alemanes pese a la amenaza
de muerte.
Otra
historia es Polonia, de gobierno neoliberal de extrema derecha, que reclama
mayoritariamente que la Unión Europea aumente sus “sanciones” a Rusia si deja
de pasar su gasoducto por territorio polaco, por decisiones de libre comercio.
El debate se
ha polarizado entonces entre derecha e izquierda, determinando a Putin a
confiarle el discurso duro de izquierda a María Sajarova. Después de decir en
el centenario de la Revolución de Octubre que la URSS implosionó por una bomba
de tiempo que le puso Lenin en el tratado constituyente (la libre secesión de
las repúblicas), Putin está comprendiendo los caminos de libre adhesión a su
Unión Económica Euroasiática.
En estos
(muy pocos) días, estalló en Kazajistán una revuelta relámpago, en dos días manifestantes
armados ocuparon instalaciones gubernamentales (incluido el aeropuerto pricipal)
y al tercero ya estaba el Tratado de Seguridad Colectiva entre las ex repúblicas
soviéticas Rusia, Bielorrusia, Tayikistán, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, en
funcionamiento, con efectivos rusos y armenios en Kazajistán. El armado virtual
de “revolución de color”, se vio mayormente por RT (y el presidente Kazajo y el
canciller ruso Lavrov coincidieron en acusar a injerencia extranjera los
sucesos). En tanto la narrativa de la BBC y de la CNN no reiteraba la
resonancia a las anteriores “revoluciones de colores” (Siria, Irán, Bielorrusia,
el propio Maidán…) mientras procuraba no quitar de la agenda la cuestión
ucraniana, de hecho, relegada por la kazaja. Kazajistán tiene (o tenía) buenas
relaciones con sus vecinas Rusia, China, igual que con EEUU, con inversiones
yanquis en hidrocarburos y, entre estos, el gas licuado cuya suba de precio en
un 50%, por quita de subsidios del Estado, fue la causal explícita del inicio
de las manifestaciones, el lunes. BBC especuló con un contagio a los otros
cuatro “stans” ex soviéticos, pero la similitud de la suba del gas se da en
Europa occidental y en algunos casos de un 400%.
ESTABILIDAD
TRILATERAL O ¿A VER QUIÉN QUEDA AISLADO?
La situación
kazaja es confusa porque no hay, hasta el momento, señalamientos concretos de
dónde se habrían entrenado los “terroristas” (según Jomart Tokayev, el
presidente kazajo) ni de quienes serian los opositores (según “occidente”).
Takayev habló de “células dormidas” durante meses. El término remite a Afganistán
que, inesperadamente, no ha tenido escaladas terroristas desde hace meses, ni
mayores tensiones que algún desencuentro entre pastunes en la frontera con Pakistán.
China, a
través de Xi Jinping, quien el martes había dialogado con el presidente de Turkmenistán
(estado “bisagra” entre el Kazajistán poderoso y la poderosa Turquía), el
viernes habló con Tokayev, para brindarle su respaldo y confianza en que la
situación se va a estabilizar pronto. China es principal comprador de energía
kazaja.
El
Secretario de Estado de USA, Antony Blinken, es consciente de que el avance
geoeconómico de China es indetenible, pero va a ser más rápido aún, si no se
estabiliza una trilateral USA-RUSIA-CHINA en lo militar y político hasta donde
sea posible. Por eso trata de neutralizar a los halcones de el Pentágono en sus
provocaciones que borran las zonas de influencia.
El G-2
USA-China que consiguió en su momento Kissinger y el G-2 USA-Rusia que
persiguió sin éxito Brzezinski, son amores imposibles. El G-2 China-Rusia es
inamovible. Si no acepta cierta estabilidad trilateral es USA quien queda
aislada.
Aunque USA
le entregue Europa sin retaceos a Rusia, no hay modo de que la
complementariedad sinorrusa se rompa. De todas maneras, Europa va a terminar
complementando su economía con Rusia. Es su destino geográfico. La Isla Global
ya tiene a Eurasia en el centro de las rutas de la Seda (aun considerando
márgenes de ganancia de inversiones yanquis). China ya es un socio
imprescindible de Europa (incluso de Europa Occidental) y el mayor socio de
África, América del Sur con proyección potente a América Central y el Caribe.
No hay ni un solo resumen de congreso del Partido Comunista de China, desde
1949 hasta la fecha, en 72 años de gobierno, que no hable de la “cooperación
Sur-Sur” o del “Sur global”.
Y a
propósito de China, otra novedad, en Beijing los vecinos eligieron
representante a la Asamblea Popular por el barrio de Chaoyang, con respaldo del
Partido Comunista de China, a un político abiertamente gay, Ma Baoli, que es
referente nacional en defensa de los derechos LGBTQ, y fue el fundador, en
2012, de “Blued”, la aplicación de citas gay hoy más popular del planeta, con
cuarenta millones de usuarios en todo el mundo, con sede en Beijing. El flamante
diputado expresó que “el matrimonio igualitario en China es sólo cuestión de
tiempo”. Pasando por la vieja consigna maoísta “no reprimir ni promover”,
dejando para los libros de la historia del imperialismo la China
prerrevolucionaria en que el homosexualismo era penado con muerte en suplicio, la
aplicación de citas de Ma Baoli cotiza en bolsa e incluyó recientemente una
función para hacer transmisiones en directo, que amplía el mapa de la política
diplomática cooperativa de “ganar-ganar”, la consigna del Partido para las
relaciones comerciales, y, ¿por qué no? para cualquier relación entre iguales y
diferentes.
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