Pedro Castillo es “un desconocido para parte de la población de Lima y sobre todo ignorado por el periodismo, a tal punto que cuando apareció en primer lugar en los resultados de boca de urna, los canales no tenían, en un primer momento, una foto suya para poner junto al porcentaje de votos obtenidos” –cuenta, a “Tiempo Argentino”, Oscar Laborde, Presidente del Observatorio de la Democracia del PARLASUR–.
El “desconocido”
Pedro Castillo es maestro rural de Cajamarca, pueblo enclavado en los Andes
peruanos, un lugar muy humilde, distanciado de los centros de poder, es quien
encabezó los resultados en la primera vuelta con un 19% de los votos.
Laborde se
refiere a los canales analógicos, porque en los canales de YouTube “IntiNoticias”
y “El jota”, pudimos ver antes de la primera vuelta, varios videos sobre todos
los candidatos de izquierda en Perú y particularmente, sobre Pedro Castillo
Derrotados
en su operación ninguneo, los medios hegemónicos se lanzaron a la operación fusilamiento,
a perseguir y a cercar a Pedro Castillo hasta darle caza. Es muy graciosa la “crónica”
de “El Comercio” titulada “Pedro Castillo, el candidato que huye de las
explicaciones (Crónica)” (Sic). Entre anatemas con aires objetivos, estilo El
País de Madrid, se queja “El Comercio” (un poco menos canalla que el diario de
Polanco), de que Pedro, literalmente, se le escapa…
Por ejemplo,
en la plaza no da bola al enjambre de noteros, hace su discurso para el pueblo,
esquiva, zigzagueante y veloz, la marca a presión de los periodistas del establishment
y se sube a la moto para ir a la plaza de otro pueblo. Toda una verdadera
respuesta.
Una vez,
tuvo que trasladarse en avión. Entonces fueron todas las cámaras y los
micrófonos a cercarlo al aeropuerto, pero Pedro se quitó el sombrero que lo
caracteriza, se caló una gorra hasta los ojos y logró pasar desapercibido. Lo
cuenta “El comercio” y dice que Pedro Castillo huye de las explicaciones.
¿De qué
explicaciones? En todo caso huye de que lo hagan cómplice de instalar
afirmaciones que los medios corporativos hacen pasar por preguntas. Por ejemplo
¿por qué “ante la prensa, le faltan palabras para explicar qué es lo que
pretende hacer”?
“En la
carretera fronteriza que va hacia Papayal –cuenta “El Comercio” –, Castillo
agarró la moto todo terreno y emprendió una carrera que dejó atrás a la
seguridad del Estado que lo resguarda. En los altoparlantes de un vehículo que
lo seguía se escuchaba: “Pedro Castillo, el rondero, el agricultor, el
profesor”. El mensaje era directo”. Para huir de las explicaciones de “El
Comercio” tuvo que dejar atrás a la seguridad del Estado. James Dean no lo
hubiese hecho mejor.
El mensaje
más directo es que el mensaje es directo.
Chau El
Comercio, chau El Mercurio, chau El Clarín, chau La Nación, chau El País, chau
Globo… Ganó la primera vuelta sin ellos y contra ellos y no va a permitir que
ahora le hagan perder el balotaje.
Pero tuvo
que parar por el camino a comprar fruta. Necesitaba comer algo.
“…lo
abordamos cuando paró su vehículo para comprar fruta en la carretera.
–Señor
Castillo, ¿usted va a cerrar la Defensoría del Pueblo? Queremos que aclare el
tema –le preguntamos.
–Hay páginas
falsas que se atribuyen lo que no les compete –respondió esquivando el tema de
fondo, y luego mantuvo silencio mientras el vendedor terminaba de cortar el
coco que había pedido. La respuesta llegó recién dos días después, a través de
su Twitter, con un juego de palabras que le han sido característicos en los
últimos días: “No quiero desactivarla, busco reforzarla en beneficio de los más
vulnerables”. Lo que ha expresado Castillo ha sido un discurso contra las
instituciones a falta de propuestas concretas” (sic).
O sea. No lo
dejan comer medio coco tranquilo, le dicen que quieren que aclare. El tipo les
contesta que páginas falsas le atribuyen lo que no les compete y cuando aclara
que no va a desactivar la Defensoría del Pueblo, que busca reforzarla en
beneficio de los más vulnerables, le atribuyen que expresa un discurso en
contra de las instituciones a falta de propuestas concretas y que hace juego de
palabras. Es decir, les importa un carajo qué conteste y también que se los haya
advertido. Le atribuyen la respuesta que ellos quieren, la contraria a la que
dio, aunque no les hable y su tuit sea clarísimo. Lo que les jode y no lo disimulan,
es que el candidato use sus propios medios para dar un título y no deje que lo
usen a él para titular todo lo contrario.
“El mensaje
de Castillo ha ido hacia los sectores más excluidos. En su recorrido por las
zonas céntricas de Chiclayo no era raro escuchar que le gritaran ‘terrorista’”
(…) En el aeropuerto de Tumbes, Castillo se sienta en medio de la sala de
embarque sin que el resto de los pasajeros que viajan a Lima con él lo
reconozca. Ha cambiado el sombrero por un gorro, como lo hizo varias veces en
el viaje cuando quería pasar desapercibido. Allí, en un breve diálogo, promete
que en los próximos días se reunirá con su equipo para agendar un plan para
conversar con medios. Ojalá allí brinde las explicaciones de las que hasta
ahora ha huido”, termina la “crónica” de “El Comercio”.
Pero a “Tiempo
Argentino”, a los otros medios alternativos y, a través de sus propios medios,
a los votantes, Pedro Castillo les ha explicado perfectamente bien, todo lo
contrario a lo que “El Comercio” quiere explicarle a Castillo.
“1) revertir
rápidamente la crítica situación de los sectores más humildes. 2) cuidar los
recursos naturales que padecen un extractivismo brutal. 3) producir una reforma
de la Constitución y dejar atrás la impuesta por Fujimori en los 90.”
Los otros
temas los va a definir con el pueblo en la Constituyente. ¿Les suena? “Mi
autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana”. No es
comunista, ni chavista, ni mucho menos terrorista, ni nada que no sea el pueblo
en la Constituyente. Tampoco es homófobo ni machista. También los temas de
género va a definirlos la Constituyente.
Lo importante
es que la agenda la marque el pueblo. Incluso la agenda de los debates. Pedro
Castillo se negó a debatir con Keiko Fujimori, su rival en el balotaje, la
candidata de Vargas Llosa, en los términos que pretendían los canales (querían
cuatro debates moderados por ellos, ir midiendo, en encuestas diarias, el mejor
perfil de Fujimori debate a debate). Pedro Castillo respondió que sólo (y una sola vez) debatiría en Lima si previamente lo hacían en Chota, su pueblo, en la plaza. Considerando
que las encuestas dan diez puntos de diferencia a favor de Pedro Castillo,
Fujimori no tuvo más remedio que ir a Chota. Se puso una camiseta de la
selección peruana, como cualquier hija de rico para ir a ver las eliminatorias
en el Estadio Nacional de Lima, se puso a gritar y a pitorear prepotente, como
buena hija de rico y admitió fastidiada, no más empezar el debate: “tuve que
venirme hasta Chota”. La plaza la silbó y ella no entendió por qué, como tonta
hija de rico.
Pedro Castillo
habló pausado, sin titubeos ni florituras debajo del sombrero campesino. Dijo
que su gobierno va a beneficiar a todos los trabajadores, incluso a Keiko
Fujimori, aunque no sabe de qué ni dónde ha trabajado ella. Me hizo acordar a
otra realidad, a otro candidato hijo de rico, de dudosa historia laboral, del que no
podemos escaparnos cual Pedro Castillo del cerco mediático.
“Vámonos, derrotando afrentas”, nos dijo Che Guevara. Ahí va el pueblo andino, en moto hacia la Constituyente.
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