jueves, 25 de marzo de 2021

¿De qué hablan cuando dicen “libertad”?

 

 


Desapariciones, asesinatos, tortura, los gloriosos setenta... Por CX 50 derrapaba la moto de la excitación. “¡Oh!, me voy para Barbados; ¡Oh!, voy a ver a mi novia (en inglés, su único idioma con música)” y las tropas de USA desembarcaban en Granada y derrocaban a Maurice Bishop. En esos años ya no se hablaba de imperialismo, pero seguían hablando de “libertad”. Le Monde Diplomatique aludía a menudo a “los dos imperialismos” (refiriéndose a Estados Unidos y a la Unión Soviética), pero Le Monde se refería al “imperialismo político”, la capacidad de estados poderosos de determinar o influir conductas de otros más vulnerables o de ocuparlos militarmente. Esta acepción de la palabra “imperialismo” viene desde tan lejos como “el imperio asirio” o “el imperio persa”. Pero hacia fines del siglo XIX se observó que la concentración enorme de riqueza se había trasladado a las finanzas, después de haberse producido los grandes consorcios fabriles y los centros financieros estaban situados en los grandes países industriales. Entonces se desarrollaron los dos primeros estudios en profundidad del imperialismo capitalista, la teoría de Rosa Luxemburgo y la de Lenin. En ellos la libertad individual no se concibe sin la colectiva. “La libertad es siempre la libertad del otro”, dice Luxemburgo y Ulianov dice. “la libertad del imperialismo es la del zorro libre en el gallinero libre”. Los centros financieros, muy concentrados, interpretaban, según su exclusiva libertad, las necesidades del sistema económico e influían en los gobiernos, con la amenaza o acción militar de la guerra imperialista usando sus estados gendarmes.

 

Ayer un compañero me envió un whats upp preguntando si me había equivocado al subtitular PROGRESISTAS VERSUS NO LIBERALES, si no había querido decir “neoliberales”. Le agradecí, lo saludé y le respondí, “’eso no es liberal, ése es el capital financiero’ decía Arismendi”. Liberal era Voltaire, “la tolerancia predica mejor que los verdugos” pero también, “el señor Gillet no está demasiado al corriente de los negocios de este mundo. No sabe que cuando está uno encerrado entre zorros y lobos, hay a veces que ahumar a los unos y aullar con los otros” (carta de Voltaire a Villevielle, 1 de mayo de 1768). Cuando el Frente Amplio impuso desde el gobierno la consigna de Tabaré “que el que tiene más pague más y el que tiene menos pague menos”, la oposición -hoy gobierno- salió a pintar paredes con la leyenda “dictadura económica”, ¿se acuerdan? Salieron una vez más, a ahumar a los otros para defender la libertad de los zorros. Hoy imponen la consigna de Tabaré en reversa maximalista, “que los que tienen menos lo paguen todo y el que tienen más, el “malla oro” no pague ni un puto peso y encima se la lleve toda”, pero a esto no le llaman “dictadura económica”, le llaman “libertad”.

 

“No a la dictadura económica”, pintaron en varios muros de Montevideo, aquellos opositores que ahora son estos gobernantes, que cuando gobernaba la dictadura le llamaban “gobierno de facto”. Muchas veces olvidamos en general que las palabras son también cosas. Se gastan y se rompen como las otras cosas. Hay palabras que a fuerza de significar demasiado ya no significan nada, han perdido significación. "Democracia", "fascismo", "genocidio", "dictadura", "libertad", se generalizan de tal modo que sólo sirven para incomunicar. Ése, muy concreto, es además un objetivo de este gobierno, la incomunicación. Objetivo fácilmente alcanzable con el blindaje mediático que tiene.

 

La izquierda ha cometido muchas veces el mismo error con las palabras. Alfredo Zitarrosa, por ejemplo, se autocriticó un verso de Doña Soledad porque decía ¿qué es lo que quieren decir con eso de la libertad? En la lucha Alfredo aprendió que a la libertad es mejor tratarla sin sombra de desprecio y defenderla toda. También de las palabras.

 

Dictadura económica no fue para la derecha la disolución del parlamento y la violación de todos los derechos humanos a efecto de imponer una política monopólica del capital financiero (imperialista en cualquiera de las acepciones de la palabra), que condenó a la marginación y a la miseria a cientos de miles de uruguayos (economía que continuó, sin dictadura, con los gobiernos blanquicolorados, en alguna medida con los frenteamplistas también, pero hoy bate récord de extremismo dictatorial economicista).

 

Para este gobierno que subió el IVA, quitando dos puntos de descuento por pago con tarjeta, que subió las tarifas y el costo de vida en general por precios y política monetaria, que rebajó salarios y jubilaciones, “dictadura económica” era el impuesto a la renta, que además ahora lo subió al modificar las franjas de imponibles.

 

Sin embargo, conferencia de prensa tras conferencia de prensa, Lacalle Pou aumenta además sus repeticiones de la palabra “libertad”, mientras se frota las manos porque la epidemia le da pie, a obstaculizar la libertad de reunión para juntar firmas contra la LUC liberticida. “La historia de la libertad es la historia de las asambleas”, escribió José Batlle y Ordóñez, porque en definitiva la cuestión es ¿la libertad de quién?, ¿del colectivo, del pueblo o del “malla oro” (“la oligarquía”, le llamaba don Pepe a ese ubicuo “malla oro” de Lacalle Pou)?

 

Zitarrosa, cuando volvió al país, cantó Doña Soledad cambiada: ¿qué es lo que quieren decir con la palabra "libertad"?

 

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