jueves, 22 de octubre de 2020

Las enseñanzas de la resistencia boliviana

 

Arce y Evo 


La fuerza social que desplazó a Banzer del gobierno, aupando a Tuto Quiroga (un año), luego a Gonzalo Sánchez de Lozada (el año siguiente), luego a Carlos Mesa (menos de un par de años) y después a algún otro aún más fugaz que los anteriores, para finalmente establecer en 2005 a Evo Morales Ayma, fue, básicamente, la misma.

 

Hubo dos programas y dos tácticas en todas las instancias de ese proceso. Siempre y en todo el mundo la dialéctica de lo diverso se impone. La táctica democrática, el modo plebeyo, que cuanto más amplia es la unidad y convergencia que concita, más profunda la libertad de manos y expresión del pueblo. Y la táctica elitista, el modo palaciego, que da espaldas al pueblo que no olvida, pero sustituye a quienes lo traicionan.

 

Así fue abril y octubre del 17, así Chiang y Mao, así, volviendo a América, Lucio Gutiérrez y Rafael Correa en Ecuador. El mismo movimiento indígena, desde un mismo signo de izquierda y del mismo modo multitudinario movilizador, fue reemplazando representantes, hasta encontrar con quien cumplir sus tareas democráticas y antiimperialistas.

 

Álvaro García Linera, el Vice de Evo, en varias entrevistas y en su ponencia en el Paraninfo de la UDELAR, explicó el proceso de unidad de los movimientos sociales indígenas con los de izquierda, la construcción de la fuerza social de la revolución boliviana primero y luego política en la concreción del MAS.IPSP (Movimiento al Socialismo-Instrumento para la Soberanía de los Pueblos).

 

Uruguay no fue una excepción. Primero el Congreso del Pueblo, la CNT, la FEUU… el Frente Amplio se gestó desde abajo, desde el movimiento de la sociedad y el 5 de febrero de 1971, el general Líber Seregni hizo especial hincapié en la fuerza social de la revolución uruguaya, nombrando cada sector, antes que a los sectores políticos. En su certero disparador de la autocrítica, lo recordaba recientemente Oscar Bottinelli, al apreciar que se ha desdibujado esa referencia seregnista.

 

Pero reforzar ese entramado debilitado en sus sectores de capas medias y exclusión social en Uruguay nos lleva, concretamente, al tema medios.

 

ELUSIÓN DEL LAWFARE

 

También Lacalle Pou, en su autocrítica tras su derrota de 2014, dijo que se propondría construir una mayoría social antes que política. El FA no ha sido consciente de hasta qué punto el Lawfare operó en Uruguay en consuno con los planes de USA para todo el continente y sigue haciéndolo. El mayor error estratégico de la historia de la izquierda uruguaya fue su compromiso de hecho con ANDEBU y el diario El País, porque entregó la agenda para la producción de subjetividad y construcción de sentido común que, medrando de los poderes no electos mediático y judicial, configuró la fuerza social reaccionaria.

 

Bastante más evidente, en Bolivia, el lawfare le robó a Evo el plebiscito de 2015, inventándole el no reconocimiento de la paternidad de un hijo que, después de las elecciones, se dio a conocer que no era suyo y el armado de la fake news. Desde entonces el MAS quedó a merced de que los poderes no electos le dieran un golpe más o menos blando, en sucesión de los que dieron a Zelaya en Honduras, a Lugo en Paraguay y a Dilma en Brasil. El golpe ya estaba planeado en el invierno de año pasado, con etapas que culminarían en marzo de este año.

 

El plan era acusar de fraude al MAS, porque sabían que ganaría en primera vuelta, pero, igual que siempre, con los votos que llegan últimos al escrutinio, el rural y el consular. Contaban con la incondicionalidad de Luis Almagro al frente de la OEA, para poner el grito en todas las cadenas hegemónicas y concitar la violencia ultraderechista desde Santa Cruz. Los vasallos de Washington en la Unión Europea (UE) harían eco y, además, prepararon guarimbas de paramilitares y una escalada de desgaste al gobierno, que debía finalizar en marzo, con cualquier magnificado saldo de represión policial, informe Bachelet, anuencia de la UE y el protagonismo de Almagro y de Carlos Mesa que asumiría el “cambio de régimen”.

 

No contaban con la estrategia de elusión del lawfare por parte de Evo Morales. Evitó a toda costa efusión de sangre popular, incluso dejando que los grupos de choque cruceñistas entraran al Palacio Quemado con el delirante Camacho y su blblia gigantesta. El gobierno se retiró a la profundidad de El Alto y luego a la aún más profunda de El Chapare y, previamente, dejó en evidencia la orquestación de Almagro en el golpe y en la violencia fascista desatada por la acusación canallesca de fraude.

 

ALIANZA BOLIVARIANA

 

El MAS sabía que la derecha no puede ganarle elecciones. El MAS tiene un proyecto de Patria Grande que es el único viable para nuestros pueblos. Ningún gobierno sudamericano de la alianza bolivariana perdió elecciones presidenciales, ni el chavismo, ni el correísmo ni el evismo. Tampoco en Centroamérica el sandinismo desde que ingresó al ALBA. Evo tuvo trece años a un Ministro de Economía que no reniega de su formación marxista, Luis Arce Catacora. La mayor dificultad para que todo el movimiento aceptara a Arce de candidato presidencial fue que Lucho es mestizo, no indio, pero en la circunstancia de inhabilitación de Evo, Arce Catacora era un candidatazo en el binomio con el quechua que habla aymara David Choquehuanca, ex canciller.

 

Además la fórmula fue apoyada por el aymara Evo, el tal vez más brillante intelectual del continente García Linera, el dirigente indígena también excanciller Diergo Pary, el quechua dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, la ex presidenta del senado Adriana Salvatierra, la actual Eva Copa, las nuevas generaciones del MAS-IPSP.  Y, decisiva, la Central Obrera Boliviana (COB), cuyo Secretario Ejecutivo Juan Carlos Huarachi, minero, también supo manejar los tiempos políticos a contrapelo del plan imperialista, evitó efusión de sangre hasta preparar la contraofensiva, ante la dictadura de Añez-Camacho-Murillo que nunca pudo hacerse de la base social nacional reaccionaria que pretendían Almagro y Mesa, los originales e iniciales dirigentes del golpe según los planes de Washington.

 

Fue la COB la que puso la fecha definitiva para las elecciones, con el cerco de agosto a La Paz, con diez días de cortes de caminos, que obligó a realizarlas.

 

El bolivarismo de la resistencia pudo apreciarse también en el discurso de Andrónico, iniciando la marcha de El Chapare a Cochabanda para luego sumarse al cerco Tupac Katarí. “en la senda del comandante Fidel, del comandante Che y del comandante Chávez”. El principio marxista por excelencia, “las clases dominantes no entregan el poder resignándose a no usar todo lo que tengan a su alcance”, era conciencia del pueblo boliviano desde antes de las masacres de noviembre de 2019.

 

Parte de la aviación masacró población civil en Zenkata, El Alto y antes en Sacaba, Cochabamba. La dictadora J. Añez está respondiendo hoy por 37 muertos y casi 200 heridos en esas masacres. Fue el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Wlliam Kalliman quien pidió la renuncia de Evo, culminando el golpe con la renuncia de Evo “para que dejen de matar a nuestro pueblo”.

 

Ya Carlos Mesa había masacrado civiles ante el cerco de 2005, que lo depuso de la Presidencia. Si no pudieron reprimir más fue porque, desde entonces, Bolivia contó con el apoyo chavista para exigir a las petroleras gringas, española y brasileña el margen justo de ganancia que permitió “el milagro económico”, un “milagro” que fue político, basado en el coraje del MAS y en la certeza de REPSOL Y PETROBRAS de que, si no reculaban, Chávez bancaba la producción de petróleo y el tiempo que llevase volver a ponerla a funcionar en Bolivia.

 

Lo dijo abiertamente el magnate del litio Elon Musk: “dimos el golpe en Bolivia por el litio y vamos a darlo donde haga falta”. El lunes las acciones de su empresa Tesla se cayeron en las bolsas del mundo, pero son declaraciones que conviene no olvidar.

 

Todavía el miércoles, cuando ya el escrutinio oficial proyectaba más del 55% de votos al MAS y menos del 30% a Mesa, la organización de Camacho pedía en Santa Cruz la anulación de los comicios y se había dado la extraña postergación en el conteo (escrutado el 63% del total) de los votos más cercanos, de La Paz, que favorecieron al MAS en más del 60%. O sea, tenían todo preparado para un golpe de Estado al cuadrado, con la militarización de las grandes ciudades, ordenada por Murillo y el ocultamiento de información hasta la medianoche del lunes (la votación había terminado a las cinco de la tarde). Pero es tan abrumadora la avalancha de votos, que ni siquiera pudieron medir fuerzas militares.  Hasta Almagro, cuya renuncia a la OEA ya pidió el Grupo de Puebla, debió reconocer la victoria de sus víctimas.

 

Si Camacho hubiese alcanzado un 20 por ciento, no hubiera entregado el gobierno. Si la diferencia entre Arce y Mesa hubiese sido de menos de veinte puntos, tampoco.

 

Fue por Knock aut. La única forma que el jurado aceptaría la victoria del MAS en ese estadio dictatorial. Ahora toca salir del estadio.

 

UNA FUERZA PACIFICADORA

 

Volviendo al general Seregni. 9 de cada 10 dirigentes frenteamplistas que han salido en televisión citándolo, 9 de cada diez veces, sólo dijeron con él “somos una fuerza constructora, obreros de la construcción de la patria…”. Ha de ser a esta altura, la única frase de Seregni que sabemos todos.

 

Supongo que fue tan escogida debido a su primer término. Algo así: “no te voy a tocar un pelo y menos a destruirte, periodista del… (¿oligopolio?, ¿imperialismo? No. Palabras prohibidas, jamás). Y el segundo término, “obreros de la construcción”, florcitas y pajaritos. Nunca pusimos un obrero de la construcción en cargo de gobierno.

 

Sí, lo digo incluso por Andrade. Para empezar. Tiene la gran ventaja de que no está en la agenda porque le dijeron “sí”; está aunque le dijeron “no”. Es un manos y boca libres significativo.

 

Me alegra que Bottinelli haya rescatado mayor profundidad del hondo pensamiento de Seregni, quien, entre otras cosas también dijo: “paz para los cambios y cambios para la paz”.

 

Una fuerza pacificadora es una fuerza de cambios. Ya se está anunciando en La Paz, el restablecimiento de relaciones con Cuba, Venezuela e Irán, el relanzamiento de la UNASUR, de la CELAC, el retorno al ALBA (Arce, en entrevista con CNN, destacó también el papel de Surinam; el tiempo está a favor de los pequeños).

 

Los revolucionarios perseguidos van a presentarse a los juzgados del lawfare (Evo, solo, tiene más de treinta causas armadas) y van a tomarse su tiempo para democratizar la justicia, pero el bono contra el hambre y la recuperación de los recursos estratégicos que la dictadura enajenó, no admite la menor demora (ya anunció Arce la renacionalización del gas y del litio). Tampoco el saneamiento de las gendarmerías (esto es un 13 de abril para Bolivia; se dispone de información para asegurar lealtad igual que en aquella fecha de 2002 en Venezuela) ni la propiedad de medios para la batalla cultural ni la pronta captura de Camacho, Murillo y Añez por crímenes de lesa humanidad. El Presidente Argentino Alberto Fernández dijo bien: “el pueblo no olvida a los que no lo traicionan”. A los otros tampoco.

 

El respeto a la Whipala, a la pollera, a la Pacha Mama, a la vida, es parte de la lucha por la dirección o la hegemonía en la sociedad civil, autenticando las proclamadas convicciones democráticas, en concreto y en realidad, en la calle y en las urnas.

 

TRABAJAR PARA LA CAMPAÑA

 

El MAS nunca dudó que la salida era unida, concertada desde las bases, movilizada, hacia la fecha electoral.

 

Esta columna insistió desde antes de la pandemia que mucho de nuestra América dependía de la fecha boliviana. Primero fue mayo, luego julio, después septiembre y finalmente el 18 de octubre glorioso que impuso la COB en los cortes.

 

La organización social y política del pueblo estaba enfocada en la campaña electoral y la diáspora enriqueció las posibilidades de eludir el lawfare y derrumbar el cerco mediático. México y Argentina jugaron papeles trascendentes.

 

Bolivia es centro territorial continental. Igual el Congo. Allí organizó el Che Guevara.

 

La semana anterior a las elecciones, la dictadora J. Añez (autoproclamada “Presidente”, colega de Guaidó, el autoproclamado que dijo que seguiría los pasos de ella –que siga haciéndolo–) felicitó a un inocente destacamento militar de jóvenes bolivianos, acusándolo de haber asesinado al Che, el muerto más saludable del mundo.

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