Arce y Evo |
Hubo dos
programas y dos tácticas en todas las instancias de ese proceso. Siempre y en
todo el mundo la dialéctica de lo diverso se impone. La táctica democrática, el
modo plebeyo, que cuanto más amplia es la unidad y convergencia que concita,
más profunda la libertad de manos y expresión del pueblo. Y la táctica
elitista, el modo palaciego, que da espaldas al pueblo que no olvida, pero
sustituye a quienes lo traicionan.
Así fue
abril y octubre del 17, así Chiang y Mao, así, volviendo a América, Lucio
Gutiérrez y Rafael Correa en Ecuador. El mismo movimiento indígena, desde un
mismo signo de izquierda y del mismo modo multitudinario movilizador, fue
reemplazando representantes, hasta encontrar con quien cumplir sus tareas
democráticas y antiimperialistas.
Álvaro García
Linera, el Vice de Evo, en varias entrevistas y en su ponencia en el Paraninfo
de la UDELAR, explicó el proceso de unidad de los movimientos sociales indígenas
con los de izquierda, la construcción de la fuerza social de la revolución
boliviana primero y luego política en la concreción del MAS.IPSP (Movimiento al
Socialismo-Instrumento para la Soberanía de los Pueblos).
Uruguay no
fue una excepción. Primero el Congreso del Pueblo, la CNT, la FEUU… el Frente
Amplio se gestó desde abajo, desde el movimiento de la sociedad y el 5 de
febrero de 1971, el general Líber Seregni hizo especial hincapié en la fuerza
social de la revolución uruguaya, nombrando cada sector, antes que a los
sectores políticos. En su certero disparador de la autocrítica, lo recordaba recientemente
Oscar Bottinelli, al apreciar que se ha desdibujado esa referencia seregnista.
Pero
reforzar ese entramado debilitado en sus sectores de capas medias y exclusión
social en Uruguay nos lleva, concretamente, al tema medios.
ELUSIÓN DEL LAWFARE
También
Lacalle Pou, en su autocrítica tras su derrota de 2014, dijo que se propondría
construir una mayoría social antes que política. El FA no ha sido consciente de
hasta qué punto el Lawfare operó en Uruguay en consuno con los planes de USA
para todo el continente y sigue haciéndolo. El mayor error estratégico de la
historia de la izquierda uruguaya fue su compromiso de hecho con ANDEBU y el
diario El País, porque entregó la agenda para la producción de subjetividad y construcción
de sentido común que, medrando de los poderes no electos mediático y judicial,
configuró la fuerza social reaccionaria.
Bastante más
evidente, en Bolivia, el lawfare le robó a Evo el plebiscito de 2015,
inventándole el no reconocimiento de la paternidad de un hijo que, después de
las elecciones, se dio a conocer que no era suyo y el armado de la fake news.
Desde entonces el MAS quedó a merced de que los poderes no electos le dieran un
golpe más o menos blando, en sucesión de los que dieron a Zelaya en Honduras, a
Lugo en Paraguay y a Dilma en Brasil. El golpe ya estaba planeado en el
invierno de año pasado, con etapas que culminarían en marzo de este año.
El plan era
acusar de fraude al MAS, porque sabían que ganaría en primera vuelta, pero,
igual que siempre, con los votos que llegan últimos al escrutinio, el rural y
el consular. Contaban con la incondicionalidad de Luis Almagro al frente de la
OEA, para poner el grito en todas las cadenas hegemónicas y concitar la
violencia ultraderechista desde Santa Cruz. Los vasallos de Washington en la
Unión Europea (UE) harían eco y, además, prepararon guarimbas de paramilitares
y una escalada de desgaste al gobierno, que debía finalizar en marzo, con
cualquier magnificado saldo de represión policial, informe Bachelet, anuencia
de la UE y el protagonismo de Almagro y de Carlos Mesa que asumiría el “cambio
de régimen”.
No contaban
con la estrategia de elusión del lawfare por parte de Evo Morales. Evitó a toda
costa efusión de sangre popular, incluso dejando que los grupos de choque
cruceñistas entraran al Palacio Quemado con el delirante Camacho y su blblia
gigantesta. El gobierno se retiró a la profundidad de El Alto y luego a la aún
más profunda de El Chapare y, previamente, dejó en evidencia la orquestación de
Almagro en el golpe y en la violencia fascista desatada por la acusación
canallesca de fraude.
ALIANZA BOLIVARIANA
El MAS sabía
que la derecha no puede ganarle elecciones. El MAS tiene un proyecto de Patria
Grande que es el único viable para nuestros pueblos. Ningún gobierno
sudamericano de la alianza bolivariana perdió elecciones presidenciales, ni el
chavismo, ni el correísmo ni el evismo. Tampoco en Centroamérica el sandinismo
desde que ingresó al ALBA. Evo tuvo trece años a un Ministro de Economía que no
reniega de su formación marxista, Luis Arce Catacora. La mayor dificultad para
que todo el movimiento aceptara a Arce de candidato presidencial fue que Lucho es
mestizo, no indio, pero en la circunstancia de inhabilitación de Evo, Arce Catacora
era un candidatazo en el binomio con el quechua que habla aymara David
Choquehuanca, ex canciller.
Además la
fórmula fue apoyada por el aymara Evo, el tal vez más brillante intelectual del
continente García Linera, el dirigente indígena también excanciller Diergo Pary,
el quechua dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, la ex presidenta del senado Adriana
Salvatierra, la actual Eva Copa, las nuevas generaciones del MAS-IPSP. Y, decisiva, la Central Obrera Boliviana (COB),
cuyo Secretario Ejecutivo Juan Carlos Huarachi, minero, también supo manejar
los tiempos políticos a contrapelo del plan imperialista, evitó efusión de
sangre hasta preparar la contraofensiva, ante la dictadura de
Añez-Camacho-Murillo que nunca pudo hacerse de la base social nacional reaccionaria
que pretendían Almagro y Mesa, los originales e iniciales dirigentes del golpe
según los planes de Washington.
Fue la COB
la que puso la fecha definitiva para las elecciones, con el cerco de agosto a
La Paz, con diez días de cortes de caminos, que obligó a realizarlas.
El
bolivarismo de la resistencia pudo apreciarse también en el discurso de
Andrónico, iniciando la marcha de El Chapare a Cochabanda para luego sumarse al
cerco Tupac Katarí. “en la senda del comandante Fidel, del comandante Che y del
comandante Chávez”. El principio marxista por excelencia, “las clases dominantes
no entregan el poder resignándose a no usar todo lo que tengan a su alcance”,
era conciencia del pueblo boliviano desde antes de las masacres de noviembre de
2019.
Parte de la
aviación masacró población civil en Zenkata, El Alto y antes en Sacaba,
Cochabamba. La dictadora J. Añez está respondiendo hoy por 37 muertos y casi
200 heridos en esas masacres. Fue el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas,
Wlliam Kalliman quien pidió la renuncia de Evo, culminando el golpe con la
renuncia de Evo “para que dejen de matar a nuestro pueblo”.
Ya Carlos
Mesa había masacrado civiles ante el cerco de 2005, que lo depuso de la
Presidencia. Si no pudieron reprimir más fue porque, desde entonces, Bolivia
contó con el apoyo chavista para exigir a las petroleras gringas, española y
brasileña el margen justo de ganancia que permitió “el milagro económico”, un “milagro”
que fue político, basado en el coraje del MAS y en la certeza de REPSOL Y
PETROBRAS de que, si no reculaban, Chávez bancaba la producción de petróleo y
el tiempo que llevase volver a ponerla a funcionar en Bolivia.
Lo dijo
abiertamente el magnate del litio Elon Musk: “dimos el golpe en Bolivia por el
litio y vamos a darlo donde haga falta”. El lunes las acciones de su empresa
Tesla se cayeron en las bolsas del mundo, pero son declaraciones que conviene
no olvidar.
Todavía el miércoles,
cuando ya el escrutinio oficial proyectaba más del 55% de votos al MAS y menos
del 30% a Mesa, la organización de Camacho pedía en Santa Cruz la anulación de
los comicios y se había dado la extraña postergación en el conteo (escrutado el
63% del total) de los votos más cercanos, de La Paz, que favorecieron al MAS en
más del 60%. O sea, tenían todo preparado para un golpe de Estado al cuadrado,
con la militarización de las grandes ciudades, ordenada por Murillo y el
ocultamiento de información hasta la medianoche del lunes (la votación había
terminado a las cinco de la tarde). Pero es tan abrumadora la avalancha de
votos, que ni siquiera pudieron medir fuerzas militares. Hasta Almagro, cuya renuncia a la OEA ya pidió
el Grupo de Puebla, debió reconocer la victoria de sus víctimas.
Si Camacho
hubiese alcanzado un 20 por ciento, no hubiera entregado el gobierno. Si la diferencia
entre Arce y Mesa hubiese sido de menos de veinte puntos, tampoco.
Fue por Knock
aut. La única forma que el jurado aceptaría la victoria del MAS en ese estadio
dictatorial. Ahora toca salir del estadio.
UNA FUERZA PACIFICADORA
Volviendo al
general Seregni. 9 de cada 10 dirigentes frenteamplistas que han salido en
televisión citándolo, 9 de cada diez veces, sólo dijeron con él “somos una
fuerza constructora, obreros de la construcción de la patria…”. Ha de ser a
esta altura, la única frase de Seregni que sabemos todos.
Supongo que
fue tan escogida debido a su primer término. Algo así: “no te voy a tocar un
pelo y menos a destruirte, periodista del… (¿oligopolio?, ¿imperialismo? No.
Palabras prohibidas, jamás). Y el segundo término, “obreros de la construcción”,
florcitas y pajaritos. Nunca pusimos un obrero de la construcción en cargo de
gobierno.
Sí, lo digo incluso
por Andrade. Para empezar. Tiene la gran ventaja de que no está en la agenda porque
le dijeron “sí”; está aunque le dijeron “no”. Es un manos y boca libres
significativo.
Me alegra
que Bottinelli haya rescatado mayor profundidad del hondo pensamiento de
Seregni, quien, entre otras cosas también dijo: “paz para los cambios y cambios
para la paz”.
Una fuerza
pacificadora es una fuerza de cambios. Ya se está anunciando en La Paz, el
restablecimiento de relaciones con Cuba, Venezuela e Irán, el relanzamiento de
la UNASUR, de la CELAC, el retorno al ALBA (Arce, en entrevista con CNN,
destacó también el papel de Surinam; el tiempo está a favor de los pequeños).
Los revolucionarios
perseguidos van a presentarse a los juzgados del lawfare (Evo, solo, tiene más
de treinta causas armadas) y van a tomarse su tiempo para democratizar la
justicia, pero el bono contra el hambre y la recuperación de los recursos
estratégicos que la dictadura enajenó, no admite la menor demora (ya anunció
Arce la renacionalización del gas y del litio). Tampoco el saneamiento de las gendarmerías
(esto es un 13 de abril para Bolivia; se dispone de información para asegurar
lealtad igual que en aquella fecha de 2002 en Venezuela) ni la propiedad de medios
para la batalla cultural ni la pronta captura de Camacho, Murillo y Añez por
crímenes de lesa humanidad. El Presidente Argentino Alberto Fernández dijo bien:
“el pueblo no olvida a los que no lo traicionan”. A los otros tampoco.
El respeto a
la Whipala, a la pollera, a la Pacha Mama, a la vida, es parte de la lucha por
la dirección o la hegemonía en la sociedad civil, autenticando las proclamadas
convicciones democráticas, en concreto y en realidad, en la calle y en las
urnas.
TRABAJAR PARA LA CAMPAÑA
El MAS nunca
dudó que la salida era unida, concertada desde las bases, movilizada, hacia la
fecha electoral.
Esta columna
insistió desde antes de la pandemia que mucho de nuestra América dependía de la
fecha boliviana. Primero fue mayo, luego julio, después septiembre y finalmente
el 18 de octubre glorioso que impuso la COB en los cortes.
La
organización social y política del pueblo estaba enfocada en la campaña
electoral y la diáspora enriqueció las posibilidades de eludir el lawfare y
derrumbar el cerco mediático. México y Argentina jugaron papeles trascendentes.
Bolivia es
centro territorial continental. Igual el Congo. Allí organizó el Che Guevara.
La semana
anterior a las elecciones, la dictadora J. Añez (autoproclamada “Presidente”,
colega de Guaidó, el autoproclamado que dijo que seguiría los pasos de ella –que
siga haciéndolo–) felicitó a un inocente destacamento militar de jóvenes bolivianos,
acusándolo de haber asesinado al Che, el muerto más saludable del mundo.
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