No me
importa menos el mundo que Uruguay, incluso por Uruguay. Porque no creo que
estemos al costado ni adelante ni arriba ni abajo de Venezuela, Perú, Ecuador, Chile,
Bolivia, México, Argentina o Brasil (por
nombrar los más nombrados actualmente). No hay de un lado o del otro. Estamos
detrás de los sucesos de países con mayor incidencia que el nuestro, que
pasaron ya por mayores grados de confrontaciones que nos están esperando (a
sortear, si fuera posible o a vencer antes que retroceder).
Y en cierto
modo tienen razón todos los que señalan unos u otros riesgos, aunque nosotros
vayamos a pasarlos todos a nuestra manera.
Nadie las
busca. Las confrontaciones son evidentes. Estupidez sería no verlas y no
resolverlas a tiempo. O ingenuidad (que es menos confrontativo) o falta de
experiencia, digamos. Los comuneros de París no buscaron a los versalleses que
los ahogaron en sangre. Con ellos todos aprendimos.
NO POR IGUAL
Las Guyanas,
por ejemplo, sólo entran en la agenda internacional por el Esequivo, o sea por Venezuela,
que sí es tema de agenda de los medios globales, donde la correlación es muchísimo
menos desfavorable al antiimperialismo que en la interna de temas nacionales uruguayos
que no trascienden a medios globales.
Por eso
entre enero y marzo, con los golpes en Venezuela el FA marcó tendencia para ganar
y la oposición no lo confrontó a fondo, no interpeló al Canciller.
La oposición
uruguaya demoró en lograr cambiar de agenda hasta el caso Manini-Gavazzo.
Cuando encerró la agenda en la correlación interna, ganó la oposición,
ocultando otra vez los centros de tortura, señalando a la Torre Ejecutiva,
trasladando la percepción del conflicto a un episodio indemostrable y en
comparación, banal. El FA detuvo su tendencia ganadora en las encuestas.
Desde las
PASO se le rompió la agenda a la tele. Irrumpió Argentina pese a que ninguno de
los cinco canales al aire cambió su línea editorial macrista. El FA recuperó
tendencia, pero más lenta. Por cierto, las redes se alimentan de los medios,
con sus contenidos o como fuentes y las redes definieron en la campaña. Se les
metió al final el caso Moreira.
Entre dos
jóvenes compañeros cuyas opiniones consulté, uno temía que el Partido Nacional
diera vuelta todos los efectos negativos del caso del Intendente de Colonia.
Coincidí con esta opinión. Lo importante no era tanto el caso en sí, sino que
íbamos a estar hablando de él más que del programa. El FA se plantó en el 40,
pese a la gigantesca movilización que logró.
En el 99,
cuando ganó el FREPASO en Argentina el FA creció bastante. Llegó a este 40 del que
no hemos bajado desde entonces, pero recién ganó cuando ya habían ganado Lula
en Brasil y Klrchner en Argentina. No digo que sean los temas que más nos
importan pero de algunos temas podemos informarnos y de otros estamos
condenados a la desinformación. Eso incide, especialmente sobre la agenda en
redes.
Siempre hubo
formadores de opinión. Ahora muchos están en las redes, pero, reitero, las
redes se alimentan de los medios. Incluso los formadores de opinión,
necesariamente los toman como fuentes.
EL EFECTO
BOLSONARO Y EL DESPERTAR DE CHILE
No es casual
que el mapa electoral del 27 de octubre muestre un Uruguay mayoritariamente del
Frente Amplio en toda la frontera con Argentina (excepto Maldonado y Artigas,
que comparte fronteras) y de derecha en toda la frontera con Brasil (excepto
Rocha, que comparte fronteras).
Bolsonaro
salió del desastre de la Amazonía con un discurso cierto en ONU, pero su
interna está entre dos fuegos, los militares y la embajada. Los primeros
ataques fueron contra su ministro más yanqui, Moro, y provinieron de medios
menores, pero ahora, después del viaje de Bolsonaro a China, la denuncia de su
participación en el asesinato de Marielle Franco, surge directamente de O’Globo.
Y en
noviembre Lula sale libre. Esa es una noticia mundial de primera magnitud,
puede incidir en el balotaje de Uruguay.
Lo otro que
puede tener impacto inmediato es el desenlace en alguna orientación política,
de estas semanas del Despertar Chileno, aunque, a largo plazo, la
desmilagrización del oprobioso sistema chileno, el derrumbe de la gran mentira,
ya es una herida grave al poder blando yanqui en Nuestra América.
Talvi cerró
su campaña en Santo y Seña engordado de raiting. Cuando Álvarez le preguntó por
Chile se produjo un “fallo técnico”, que enfrío el tema. Por cierto, con la inestimable
ayuda de Álvarez, Talvi pareció tapar todos sus huecos, pero es un tema en
desarrollo y puede tener un desenlace impactante en noviembre.
Entre tanto,
por supuesto, la suerte del FA se juega en Uruguay, cuerpo a cuerpo y puerta a
puerta, pero “mi pueblo no estuvo ausente ni mucho menos de espaldas, a la
trágica y amarga historia del continente” (Zitarrosa), “recorre el camino de
sus hermanos amados, el de tantos humillados, el de América Morena, la sangre
de cuyas venas también late en su costado” (Ibidem).
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