viernes, 21 de julio de 2023

UN IMPUESTO A CHINA

 


La lucha de clases existe”, ha dicho Warren Buffet, uno de los mayores inversores de Wall Street. “La estamos ganando los ricos”, agregó.


Teniendo en cuenta que China terminó de sacar a ochocientos millones de la pobreza. No le quedó ni un solo pobre para festejar el centenario del Partido Comunista (PCCH) el 1 de julio de 2021. así que cantaron el “arriba los pobres del mundo”, el primer enunciado del himno “La Internacional”, como debe ser, como una bella historia del pasado, Warren Buffet tiene razón. “La estamos ganando los ricos”.


Si todo el pueblo chino sacó a todo su proletariado de la pobreza, guiado por éste, es porque cambió las relaciones de producción primero y, después, avanzó seguro en la confrontación al imperialismo, que es bastante más vasta que una competencia franca entre Estados.


Cuando China logró suficiente capital de Estado acumulado para desarrollar capacidades productivas más avanzadas que “occidente”, advirtió Deng Xiao Ping: “Enriquecerse es glorioso. Vamos a generar millones de multimillonarios y vamos hacia una sociedad donde todos estemos medianamente acomodados, pero jamás vamos a permitir que se forme una burguesía”.


En “occidente” no quisieron entenderlo. Dijeron que China se había vuelto capitalista, “neoliberal” incluso, que la historia había terminado.


China tiene cultura marxista (el milenario “Imperio del Medio”, con todas sus peculiaridades filosóficas confucionistas, taoístas, budistas e incluso católicas, es la única civilización donde en política domina un pensamiento originalmente europeo, puesto que Marx, descendiente de judíos, nació en Prusia). En China se sobreentiende que el carácter de clase tiene tres estadios: origen, situación y partido, siendo la toma de partido el fundamental. Deng no tuvo necesidad de explicarlo.


Mientras en “occidente” siguen dominando atavismos indoeuropeos o teológicos asiático occidentales no marxistas, con todos los sincretismos religiosos que tenemos por doquier, y no se entiende que ser rico no es sinónimo de ser burgués.


Si no se puede formar un partido burgués, ni una cámara empresarial burguesa, ni un club de bochas burgués (ni de ping-pong, digamos, peculiarmente), no hay burguesía, aunque ya sea en el país más rico del mundo, que el 1 de octubre de 1949, cuando triunfó la revolución, era, del par de centenas de la ONU, el último de la lista, el más empobrecido del mundo.


Aquel año la echaron de la ONU porque los imperialistas no reconocieron la República Popular. 


China defendió su revolución, “con 70% aciertos y 30% errores” pero con el Ejército Popular de Liberación enfrentando bombardeos, atentados, sabotajes y bloqueos de los neocolonialistas japoneses y occidentales que hasta grandes hambrunas le costó. Recién veintidós años después, a prepotencia de trabajó, obligó, logró que la reintegraran a la ONU.


Entonces ahora, que es tan rica como es, al presidente francés, Emmanuel Macron, se le ocurrió, hace dos semanas, anunciar que propondrá en el próximo G-20 (en Delhi) instaurar un impuesto mundial a la riqueza de las empresas en blanco y al tráfico marítimo de mercancías. Es decir, un impuesto a China. La mayoría de los países del G-7 aceptaron pero China, lógicamente, se opone.


Una sarta de propagandistas del Atlántico Norte vocifera que “al negarse a un impuesto mundial, los chinos están demostrando que no son socialistas sino capitalistas y neoliberales" (?) Sí, sí, sí. El ascendiente liberal lo tenemos todos los marxistas (“neoliberal” es el capital financierista; eso no es liberal). Y son socialistas y comunistas. Pero no son boludos.


Mirá si van a aceptar un impuesto mundial al comercio marítimo que el 60 % es de ellos, y a las grandes empresas, que las mayores son de ellos. No son monjes copistas medievales para andar chupándose el dedo.


A Macron, en una entrevista con France Info en la que estaban defendiendo este impuesto, le preguntaron por qué no lo implantaba primero en Francia. "No funciona si lo hacemos solos", dijo. No le preguntaron qué es lo que sí hace solo y funciona.


Mathieu Plane, economista del Observatorio de Condiciones Económicas de Francia (OFCE) señaló en un informe, que "los perdedores en la política económica del gobierno de Macron se encuentran entre los más pobres, los desempleados y los jubilados". La OFCE estimó que el 5% más vulnerable de la población francesa vio su nivel de vida reducido en 240 euros al mes por persona, mientras que el 5% oligarca vio que el suyo aumentó en 2.905 euros por persona.


En cambio en China rigen “las tres distribuciones” teorizadas por el economista Li Yining en los años 90, impuestos, exenciones y contribuciones redistributivos.


La revista Forbes, afirma que (en cumplimiento de estas distribuciones) “la policía antimonopolio de China impuso una enorme multa a Alibaba, del empresario Jack Ma (miembro del PCCH), de US$ 2.800 millones, equivalente al 20% de los ingresos operativos de la empresa en 2021. Sin embargo, esa suma no fue nada en comparación con la "contribución" de US$ 18.600 millones -casi el doble de los ingresos de explotación de Alibaba en el año- que Pekín (así le dice Forbes) arrancó posteriormente a la empresa para apoyar la campaña de ‘prosperidad común’ de Xi Jinping”.


Forbes presenta esto como una persecución, pero es sencillamente la rutina operativa redistributiva del Estado chino.


Meng Wanzhou, comunista china gerenta general y financiera de Huawei, la mayor empresa tecnológica del mundo, secuestrada por Canadá hace tres años y encarcelada por orden de Washington, que el 27 de septiembre de 2021 volvió a China, donde tuvo un recibimiento apoteótico sin parangones (acaso el de Los Beatles cuando volvieron a Londres después de su primera gira por Estados Unidos), es la jefa de la empresa que, aún siendo propiedad no estatal de sus trabajadores, transfiere al Estado más dinero que Alibabá e, incluso, más que la gigante tecnológica, Tencent, que en 2021 ganó unos 24.700 millones de dólares, de los cuales 18.900 millones fueron transferidos al Estado (76%). Ni te cuento aportes a rentas generales de las 11 mayores empresas estatales, en un país donde las 30 mayores empresas son públicas y propiedad del Estado.


¿Por qué esos empresarios privados no deslocalizan sus capitales hacia donde no les quiten tanto dinero? Porque en realidad no son rigurosamente privados, vendrían a ser paraestatales, del riñón del PCCH y del EPL. La revolución china no sólo sustituyó importaciones. También sustituyó empresarios.


Y es que los chinos tienen fama de pacientes. Es más: adjetivada, la máxima paciencia posible es considerada en el mundo “una paciencia china”. Pero ni se les pasa por la mente “esperar con paciencia el derrame de riqueza”. Sin la conducción enérgica del Estado y del Partido, “el beneficio a toda la sociedad de la riqueza que genera” nunca llegaría.


Y por otra parte, a las pequeñas y medianas empresas no las asfixian. Al contrario: A veces ni las fiscalizan hasta que crecen. Para ellas los recortes de impuestos y tasas, los reembolsos de impuestos y los pagos diferidos se situaron el año pasado en China en 4,2 billones de yuanes, según anunció el 31 de enero de este año la Administración Nacional de Impuestos. Esto también incluye 2,4 billones de yuanes en reembolsos del impuesto sobre el valor agregado.


A lo largo de 2022, más de 4,2 billones de yuanes se sumaron a las reducciones de impuestos y tasas y a los reembolsos de impuestos, junto con un paquete de políticas para proporcionar apoyo fiscal y estabilizar la economía.


"Según nuestra encuesta basada en 100.000 fuentes fiscales clave, la carga fiscal por cada 100 yuanes de ingresos comerciales para las empresas se redujo en un 2,7 % en 2022. El sector del transporte, que fue el más afectado por la pandemia, experimentará en 2023 una disminución del 15,4 %, mientras que la hostelería verá caer la presión fiscal en un 14,2 %", dijo Wang Daoshu, director adjunto de la Administración Nacional de Impuestos de China.


Las autoridades también declararon que las pequeñas empresas y microempresas chinas recibieron 9,9 millones de préstamos bancarios por un total de 2,3 billones de yuanes, lo que supone un aumento anual del 33,9 %”, informó CGTN.


En fin, la oposición de China al impuesto de Macron con nombre y apellido (República Popular) ha generado indignados rechazos en la prensa occidental, pero dudo bastante de que a los chinos les importe demasiado.


Daniel Barrios, economista uruguayo que trabajó años en China, un día entre bambalinas de Legítima Defensa, nos contó que cuando Jaime Pérez, siendo Secretario General del Partido Comunista de Uruguay, visitó China, se reunió con el ya anciano Deng, por entonces Presidente de la Comisión Militar del Comité Central del Partido Comunista de China, en tiempos de la crisis de Tiananmén de 1989. Jaime, entre muchas cuestiones que trataron, le preguntó por la imagen en occidente de una acción enérgica al respecto.


Deng le contestó: “camarada, todavía me acuesto cada noche pensando qué tienen para comer al día siguiente mil millones de chinos, ¿te parece que puede preocuparme el qué dirán de nosotros en occidente?”


Supongo que el traductor chino escogió esas palabras, porque pensó que los visitantes no entenderían el sentido metafórico del antiguo adagio manchú, “me chupa un huevo”.


No hay que ocultarlo, en China el sistema financiero es estatal (ése es el verdadero liberalismo). Los Warren Buffet están prohibidos. Sólo está permitida su máscara, que sólo engaña en “occidente”.


La lucha de clases existe y la estamos ganando los ricos”, dice Buffet. Se enmascara engañador. Se disfraza de rico, cuando en realidad es un burgués, lobista financierista, cuyo dinero no es riqueza, sino plusvalor potenciado por la especulación financiera orgánica de Wall Street, es agente del empobrecimiento económico de los pueblos que generan la verdadera riqueza.

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