Todo cuanto Putin necesitó para aceptar el abrazo de Jiang, ya en 2000, fue haber vivido la era Yeltsin. Saber, por su década de humillación, exactamente por qué llaman los chinos “el siglo de la humillación” al transcurrido entre mediado el XIX con “Las guerras del opio” y el 1 de octubre de 1949 con la revolución.
Si observamos desde quiénes tomaron la iniciativa en aquel momento, y antes los rusos, tendemos a desentendernos, a cabal realidad, de la confusión de partir siempre desde el sujeto “occidental”.
Los yanquis sostuvieron una doble narrativa oficial que nunca dejó de presentarnos, aunque a veces equivocado y a veces malo, al muchachito de la película interpretado por John Wayne. Si el que sancionaba a Rusia era Obama, los columnistas de Fox le acusaban de echar a Putin a los brazos de Xi: Si el que le declaraba la guerra comercial a China era Trump, teníamos a los del New York Times denunciándolo de lo mismo pero al revés.
Muchísimos abrazos, tentáculos de pulpo abarcando, pero los yanquis eran siempre el único sujeto del relato, el que echa pa’ aquí y echa pa´ allá. Washington con Obama empujó a Rusia a los brazos de China en 2014, a China a los brazos de Rusia en 2017 con Trump y ahora con Biden a que se estrechen el abrazo. Sin embargo sigue siendo consigna vigente y de Sandino, pero también es verdad: “cada pueblo es dueño de su historia”.
Putin tuvo todo servido para abrazarse a Europa Occidental cuando Trump la cargó de aranceles (especialmente al acero), le quitó subsidios, se le fue del acuerdo de París, del 5 y 1 con Irán, de la UNESCO, casi de la ONU, le canceló el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, negociado desde 2013) y la obligó a pagar la OTAN (en total le sustrajo sensatamente un 3,5 % de crecimiento para EEUU, cumpliendo con su “Primero América” de campaña electoral, anteponiéndose a los intereses globales financieristas; de no haber sido por su pésimo manejo de la pandemia, hubiese sido reelecto presidente).
Pero Rusia no propuso ni se integró en nada con Europa (no movió un dedo; y después de conocer a los “verdes” alemanes ni siquiera por el Nord Stream 2), mientras sí concretaba Unión Económica Euroasiática (UEEA), Organización de Seguridad Euroasiática militar e intensificaba su relación con China, Pakistán e India, entre otros, en la Organización de Cooperación de Shánghái (OCS) y también con Brasil y Sudáfrica en BRICS. Rusia ya había tenido su aleccionante experiencia con “occidente” cuando Yeltsin durmió la mona en el abrazo de Bruselas y 20 millones de rusos cayeron en la indigencia.
Cuando Biden asumió, Putin le devolvió intacto a Washington el paquete que le había regalado Trump, sin desatarle el moño, tomándolo con extrema precaución de la cinta bien atada.
Biden ya sabía qué hacer con él. Sin disimulo. Ya lo había dicho a través de su encargada de asuntos europeos cuando él era vicepresidente, en 2014, Victoria Nuland: “Fuck Europe” (“que se joda Europa” o más literal aunque pudorosamente traducido “que se haga dar” y más exactamente la Unión Europea, conducida por Alemania). En la inmediata reunión Putin-Merkel siguiente a las declaraciones de Nuland, Putin le transmitió a la canciller alemana su propia experiencia para dar fe del sentido sexófobo de la expresión yanqui “fuck you”: “Los americanos te follan” tradujeron al castellano los españoles, del buen alemán que habla el malo de Putin (ex agente de la KGB en Berlín). El video con Ángela Dorotea Merkel sonrojándose y molesta (seguramente con ambos, con quien se lo dijo y quien se lo recordaba) se viralizó por entonces en redes.
Lo primero que hizo Biden respecto a Europa al ganar la presidencia de EEUU en 2020 fue ascender a Victoria Nuland a vicejefa del Departamento de Estado, para que Europa tenga, más presente que nunca, cuál es la orden.
De canciller de la UE estaba ya Joseph Borrell para cumplirla a pie juntillas. No en balde cuando dicen “los americanos” los españoles se refieren a los yanquis. “La lengua es el imperio” le advirtió Nabrija a La Católica hace más de 500 años.
RÉQUIEM POR MERKEL
La actriz catalana Margarita Xirgu, supo en México (donde proseguía una gira que inició en Cuba, antes del golpe del 18 de julio de 1936) del asesinato de Federico García Lorca. Entonces a Margarita le preguntaron en una entrevista que recoge su biógrafa Antonina Rodrigo, que opinaba de ese asesinato.
“Mataron al milagro de España”, respondió Margarita. Punto final. Sin más comentario. Después, en 33 años de sobrevivirlo, hubo un millón de declaraciones más.
Pero esas cinco palabras de la primera respuesta encierran qué opinaba Margarita de Federico y qué opinaba de España.
Parafraseándola, yo debo decir que, cuando desplazaron del CDU (partido socialcristiano alemán) a Ángela Dorotea Merkel, “desplazaron al milagro de Europa”, a la mujer que supo dotar de cierta soberanía a un occidente europeo que hoy ya pasa de los mapas del 39 a los del 41.
Merkel, en alianza con los socialdemócratas, especialmente con los del canciller inmediatamente anterior a ella, Gerhard Schroeder, logró que no se interrumpiera el influjo del Plan Marshall, industrializó con gas barato ruso (ya Willy Brandt había aprobado gasoductos en tiempos de la Unión Soviética, contra recomendación del Pentágono, pero “el gran salto”, sin paralelismos, lo dio Merkel), construyó una agrupación económica con Austria, Suiza, Bélgica, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia, Países Bajos y Eslovenia, con los Países Bajos de plataforma global y centro de transporte; Checa-Eslovaquia, sede de la industria del automóvil; Austria-Suiza productora de tecnología avanzada, Alemania en el centro motor y hegemónico del bloque y, en conjunto, 196 millones de habitantes de los cuales 83 millones aportaba Alemania y un PIB de 7,7 billones de dólares donde Alemania aportaba 3,8 billones (49,3%), la convirtió en la tercera potencia económica del mundo, más pequeña que EEUU y China, pero más grande que Japón.
A la vez que profundizaba el bloque UE, tomando distancia cualitativa de otros socios europeos a partir de conformar y potenciar su propio bloque económico, sosteniendo con Italia-Francia un tratamiento distinto, a partir de que China se convirtió en el principal socio comercial de Alemania, con una relación valuada en 246.000 millones de euros por año.
“China también desarrolló una política económica de modo que los otros miembros del bloque alemán también han visto un marcado aumento del comercio con China. Tomando el año clave de 2005 como ´referencia´, el valor en dólares de las exportaciones mundiales de bienes de Alemania aumentó, en un 67%, en el periodo 2005/2021, mientras que su comercio con China se multiplicó por más de cuatro (+ de 400%)” (Wim Dierckxsens y Walter Formento, del Observatorio Internacional de la Crisis), pero además Merkel-Schroeder descarbonizó y desnuclearizó Alemania, proyectando un plan cumplible y sustentable, hacia las energías renovables más limpias, apalancadas en la transición con el gas natural por cañería, más limpio que el carbón.
Pero Washington reaccionó, usando todo su poder de país ocupante, perpetró la resistible ascensión de “los verdes” al gobierno y revirtió el trazo merkeliano, que tenía, al menos en los círculos industriales, la intención de crear sinergias entre China-Rusia-Kazajstán-Ucrania, con el objetivo de integrar estados con zonas logísticas, productivas y exportadoras de energía (Rusia, Ucrania, Kazajistán) e importadoras de bienes industriales de China pero también de Alemania. El objetivo final del bloque alemán tendía con Merkel a la creación de un frente continental euroasiático con Beijing y Berlín en sus dos extremos y Rusia conector indispensable.
Se revirtió por completo. ¡Con decir que “los verdes” del actual Ministro de Economía Alemán Robert Haveck, firmaron el regreso al carbón, el abandono de la agenda 2050 y en pleno G7, Haveck anunció de todos modos, inevitable recesión!
“Los verdes” para La Selva Negra. “Yo, Bertolt Brecht, vengo de la Selva Negra. Mi madre me llevó a las ciudades estando aún en su vientre. El frío de los bosques en mí lo llevaré hasta que muera”.
MERKEL EN EL BERLINER ENSEMBLE
Casualmente en el teatro de Brecht, el Berliner Ensemble, apareció Merkel, el 6 de junio, luego de más de tres meses de silencio, en su primera aparición pública desde que renunció.
Dijo que no se arrepentía. “defendió su política frente a Rusia y dijo que no tiene que “excusarse” al haber abogado por la diplomacia y el comercio para tratar de evitar una guerra en Ucrania”. “Merkel dijo tener cierta “tranquilidad” de saber que se esforzó al máximo para impedir la situación actual”.
Pero China-Rusia sabía que el impulso de Merkel había sido un milagro y el freno de la “izquierda europea” es la realidad. “Un día los comunistas europeos se hicieron europeístas y al día siguiente ya en los hechos eran yanquis”, parafraseando un parlamento de Ives Montand en la película “Los caminos del Sur”, de Joseph Losey. 1978.
Desde el sujeto “centroriental”, la prioridad es el “Sur Global”. Sus principales planificadores rechazan la raíz misma de la geopolítica de sujeto “occidental”. Glaziev protesta al mismísimo Mckinder la teoría del Herstland.
Y uno ya ni siquiera podría decir que el sujeto “occidental” puede usarse para las provocaciones (nuclearizar balística de banderistas a cinco minutos de Moscú, armar a Taiwan con similar propósito contra China…) porque pensándolo bien, por los resultados, habría que concluir que la Operación Z fue una provocación de Rusia para que “occidente” la “sancionara”, para que Europa misma se cortarse el gas y expropiar, sin que nadie chite, casi todo cuanto Yeltsin había privatizado para “occidente”.
Debo admitir que exageré cuando comencé esta columna mentando un abrazo entre Jiang Zeming y Vladimir Putin. Nunca se abrazaron, al menos en público (se sabe que Putin alardea sospechosamente de machismo). Se dieron la mano nomás, pero ya lo había advertido desde el departamento más oriental, Rocha, en 1995, el gran intendente colorado Adauto Puñales: “el pulpo del comunismo internacional lo abraza todo con sus poderosos testículos” (sic).
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