Manini Ríos, hace unos meses, aludió a Kissinger, diciendo “¿si de verdad quieren justicia, por qué no le hicieron juicio al que dio la orden? Miren que sigue vivo y sigue dando órdenes”.
En eso, en parte, tiene razón Manini. Hace ya muchos años se desclasificaron los documentos en que el Jefe del Departamento de Estado ordenaba, por ejemplo, “hacerle aullar de dolor la economía a Salvador Allende”. Y el Plan Cóndor no lo diseñaron abajo del Comando Sur ni de La Escuela de las Américas ni del Pentágono. Y que sigue dando órdenes que lo diga el más reciente Foro de Davos y sus derivaciones, en actuales días de agitada guerra híbrida.
Kissinger ha sido en estos días tan categórico como siempre: El lunes 22 de mayo, The Daily Telegraph informaba sobre las nuevas órdenes a los responsables financiero-estratégicos de Davos. «Las negociaciones deben comenzar en los próximos dos meses (…) continuar la guerra más allá de ese punto implicaría, que ésta, ya no se trata de la libertad de Ucrania, sino de una nueva guerra contra Rusia”. Según el estratega de 99 años, Ucrania debería aceptar un acuerdo de paz para restaurar la situación al 24 de febrero y Occidente no debería “empujar a Rusia a una alianza más estrecha con China“. No “consolidemos” una alianza estratégica entre Rusia-China-India-Pakistán-Irán, en un nivel que sea “invencible” por los medios que hoy contamos, dijo.
Curiosamente, si hubiésemos condenado a Kissinger (asunto justo pero improbable, dado su blindaje institucional), hoy no estaría recibiendo Davos una orden tan sensata.
El problema es que el viejo criminal ya lo advirtió en 2014 y ni el aparato industrial armamentista ni Washington le dieron bola.
Sin embargo, es dudoso que vayan a darle bola al que está dando órdenes ahora en las antípodas de Kissinger, George Soros, un poquito menos viejo y aun más criminal, quien dijo en Davos: “debemos movilizar todos nuestros recursos para que la guerra termine pronto (…). Quizás la única forma de preservar nuestra civilización es derrotar a Putin lo antes posible. Esa es la conclusión.”
La orden de Soros es la del globalismo unipolar desesperado, porque el mundo ya es multipolar y por mucho que Soros hizo la apología de los 40.000 millones de dólares en armas para Ucrania que votó el congreso de EEUU, ya la mitad de ese armamento habría ido, a través del mercado negro, por Albania, por Kosovo y el norte de África, a grupos del Daesh para las cinco guerras que la OTAN está propulsando en el continente que se ha opuesto en bloque (a través de la Unión Africana) a las sanciones a Rusia.
El peligro es inmenso: “movilizar todos nuestros recursos” quiere decir catástrofe en grado inaudito. Así mismo le contestó Kissinger a Soros: “Ahora nos enfrentamos a tecnologías en las que la rapidez del intercambio y la sutileza de los inventos, pueden producir niveles de catástrofe que ni siquiera eran imaginables. No hay discusión a nivel internacional sobre lo que sucedería si las armas realmente se usasen. Ahora estamos viviendo en una era totalmente nueva”.
Tal peligro son Soros y los suyos (Biden, Obama, los Clinton…), que nos está defendiendo de ellos hasta Henry Kissinger.
MIENTRAS EUROPA SE SUICIDA SALVAJEMENTE
Lo menos intranquilizador sería leer que Soros pretendió simplemente aportar su cuota a la propaganda de percepción de poder de la OTAN, “derrotar a Putin lo antes posible”, aunque todos saben que no es posible, ni antes ni después, derrotar a Rusia ni a Putin, sin la desaparición planetaria por “movilización de todos los recursos de todos los contendientes”.
La propaganda yanqui de percepción de poder de la OTAN, sólo ha funcionado en parte de Europa, a nivel de encuestas. El Eurobarómetro no baja de 80 % promedio de aprobación a enviar armas a Ucrania, pero esas encuestas fueron refutadas por los seis resultados electorales europeos que hubo desde marzo, Hungría (Víktor Orban ganó por once puntos a todos los otros partidos juntos), Serbia (Alexander Bucic ganó con el 57%), Francia (más del 50% votó anti-OTAN en primera vuelta), Irlanda del Norte, Gales, Escocia e Inglaterra (derrotas del “mariscal” de Zelenski, Boris Johnson). El mismo Eurobarómetro ubica a España al tope de mayor aceptación al envío de armas (por encima del 90%), pero es lógico: en España ese dato no puede verificarse en elecciones, porque, salvo la catalana CUP, todo el espectro político en el parlamento español aplaudió de pie al Comandante en Jefe del Batallón Azov.
Es terrible la glorificación institucional española de quien manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país, cierra sus medios de comunicación, prohíbe las actividades de once partidos opositores, incumple la totalidad de su pacto electoral y basa en toma de rehenes para escudos humanos involuntarios, bombardeos de civiles desde hace más de ocho años y armado de escenas montadas por la CIA para propaganda grosera de periodistas de la OTAN, camuflados de independientes, sin ojos y sin hígado (sin honestidad ni archivo), una contraofensiva que. como Mujica dijo, pudo haber evitado (cumpliendo los acuerdos de Minsk, aunque fuese mínimamente y no saliendo del tratado de Budapest sobre armas nucleares).
Mientras Soros, quien se jacta de haber entregado a un campo de concentración nazi a judíos de su barrio en Budapest, nos arrastra a la Tercera Guerra Mundial y Zelenski sale a tratar de empatarle a la realidad la batalla de la propaganda en su occidente, Putin acaso pensó que otros 27 millones de muertos hubiese sido un poco demasiado caro para que los batallones nazis parasen en Volgogrado (“dejarse sorprender por la biltzkrieg fue un error”, dijo “de la dictadura terrorista de Stalin”) y decidió que esta vez no pasaran de Mariupol. “La bandera de la victoria”, la mismísima que levantaron sobre el Reichstag el 2 de mayo de 1945, roja con la hoz y el martillo, fue la que milicias de Donestk y fuerzas rusas clavaron sobre la siderúrgica Azovstal en Mariupol, ni la rusa ni la de Donestk (República Popular a la que pertenece el estratégico puerto). No sé quién dio la orden esta vez. Acaso Zhúkov de nuevo.
Soros ve a Europa como a China, como a Rusia, como enemiga. Ataca la obra de Angela Dorotea Merkel y le recuerda a Alemania que sigue estando ocupada. Biden le vende gas licuado estadounidense, mucho más oneroso, por donde se mire, que el ruso e insuficiente y ambos, con Europa de perro, van a una nueva Guerra Fría que enfrenta a la OTAN, 12% de la población mundial, con el 88% del Este y el Sur global. En términos económicos, un despropósito: en 2019, el ahorro total de China fue de 6,3 billones de dólares, el de EEUU 4,3 billones, un 56 % menos. Pero una vez que se tiene en cuenta la depreciación, el ahorro total de China es de 3,9 billones de dólares, y el de EEUU 0,6 billones, un 635 % menos. En dólares ajustados por inflación, desde 2007, la economía estadounidense ha crecido un 24 % y la china un 177 %. En un ambiente de competencia pacífica, la economía mundial avanza hacia la multipolarización creciente. EEUU no tiene nada que ofrecer más que el comercio desigual y el negociado de deuda basado en las cañoneras del siglo XIX y los marines del XX. Rusia le paró el carro a la invasión a Siria en 2015 y ahora al “Euromaidán” en Ucrania. Las armas dejan al dólar sin respaldo.
Lo decisivo en el mundo es la economía física real y el poder militar que es su primer derivado, se lo perciba como se lo perciba. La brecha entre las economías de EEUU y China es muchísimo menor que la que existía entre las economías de EEUU y la Unión Soviética en la anterior guerra fría. En 1950, el PIB de EEUU era el 27,3% del PIB mundial. El PIB de la URSS, el 9,6%. Es decir, la economía estadounidense era casi tres veces más grande que la soviética. Según datos del FMI, para 2026, la economía de China supera a la de EEUU en un 35% en términos de paridad de poder adquisitivo. En 2021, EEUU ya sólo representaba el 16 % de la producción económica total del mundo. Soros concluye entonces que debería tratar de utilizar medios militares para evitar la multipolarización, pero Kissinger le advierte: “ese tratamiento está teniendo consecuencias desastrosas para la estabilidad de Europa. Está llevando a que Alemania-Francia-Italia-España pronto den un paso más hacia China, haciendo político que los intereses privados continúan con sus relaciones económicas-comerciales tanto con China como con Rusia”, que, a su vez siguen aumentando su comercio con el mundo, a pesar o en resultado de las “sanciones”. A la competencia con el yuan digital, la OTAN le ha puesto encima a EEUU-UE, la competencia con el petro-rublo.
El gobierno de Narendra Modi de la India, tras anunciar que seguirá comprando petróleo ruso y en rublos, canceló la visita de un grupo de parlamentarios británicos que iban a presionarle con Ucrania, pero recibió ese mismo día al canciller chino, Wang Yi, y, a diferencia de Alberto Fernández, quien ni siquiera se anima a hacer retenciones a las exportaciones porque “me hacen un tractorazo”, o de Lacalle Pou que hace retenciones al estilo Hood Robin, Modi prohibió totalmente las exportaciones de granos para sostener, en la actual coyuntura de probables hambrunas, la seguridad alimentaria de India.
EN CHINA SE ATASCA EL PUERTO DE SHANGHÁI
Nadie pierde en esta guerra más que Europa. China e India tienen mucha densidad de población y pocos recursos energéticos, en tanto que Rusia tiene poca densidad de población y muchos recursos energéticos y alimenticios, por lo que su acuerdo es natural y complementario, pero además, Rusia empieza a redireccionar un ramal del Nord Stream 2, desde Alemania hacia los Urales, para montar otro polo industrial y tecnológico en su oriente. Así Europa está logrando alejarse de recursos naturales de Eurasia. Alemania proclama su tercera derrota a manos de EEUU mientras Pakistán, aún con Sharif de primer ministro, sigue avanzando con China el Corredor Económico entre Xinjiang y golfo Pérsico. Por su parte, Turquía veta los no refrendados por sus pueblos ingresos nórdicos a la OTAN.
Varios puertos hacia occidente están casualmente semicerrados. Del mar Negro por minado ucraniano y el de Shanghái por atascos del tránsito de buques, ante las medidas de Cero Caso Covid de China. Pero, también casualmente, el comercio por la ruta de la seda terrestre sigue creciendo (en los cuatro primeros meses de 2022, el superávit de la cuenta corriente de Rusia alcanzó 96 mil millones de dólares: ¡tres veces más que el mismo periodo del año anterior!, y las exportaciones de petróleo y gas a China se incrementaron en abril en un 50 por ciento; afirma Larry Elliott, editor de economía del británico The Guardian: “Rusia está ganando la guerra económica”), aislando a EEUU y a Canadá.
El intento que Henry Kissinger está haciendo hoy es el opuesto al basado en el poder económico y militar que tenía la OTAN en 1970, cuando hacía percibir que nadie podía pararle el carro en todo el mundo fuera de la URSS y de China (salvo en Corea-Cuba-Vienam). Buen lector de la realidad, Kissinger quiere que hoy George Soros no siga haciéndole “aullar de dolor” la economía a los Estados Unidos y a su Europa sumisa.
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