En esta ola de calor en Montevideo, y teniendo en cuenta la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y jubilados, un buen sucedáneo del aire acondicionado a 6 grados es leer conferencias de Seguéi Lavrov, el canciller ruso.
Durante meses le preguntaron ochocientas veces por las posiciones de EEUU y la OTAN y él a todas contestó imperturbable, “quedaron de entregarnos por escrito la semana que viene cuáles son sus compromisos”. O sea, no les cree a los yanquis “ni un tantito así, nada”, tal cual dijera el Che no hay que creerles.
Es que Rusia había pedido garantías de seguridad y recién el miércoles pasado, allá a las cansadas, el embajador yanqui en Moscú entregó en la Cancillería una carta que el Secretario de Estado Antony Blinken dijo que era confidencial.
Joe Biden necesita mostrarse duro ante Rusia por lo mismo que necesitó llamar “estúpido hijo de puta” al periodista de Fox que le preguntó por la inflación, porque necesita mostrarse fuerte en medio de la crisis que está pulverizando sus índices de aceptación pública (las últimas siete encuestas de Quinnipiac muestran un descenso fatal en el apoyo a Biden: 49 %, 46 %, 42 %, 38 %, 37 %, 36 %, 33 %. En las elecciones de medio término de noviembre 2022, ya se puede percibir que el Congreso probablemente sea dominado por los republicanos). Una carta diplomática es mejor para Biden que sea secreta, o “confidencial”, y que el público oiga las campañas de la CNN.
El problema es que en su histérica retórica contra Rusia, pone en juego las “áreas de influencia”. Lavrov recordó que la OTAN llamó área de su influencia a los países balcánicos hace veinte años, y el resultado fue bombardeos que ninguno de los balcánicos quieren que se reiteren. Hoy la OTAN tiene misiles en Polonia a quince minutos de Moscú. Si emplaza otros en Ucrania, los tendrá a 5 minutos. “Eso aumenta el riesgo de fallos”, y las “minorías rusófobas” rumanas, Polacas o del Baderastán ucraniano, por fallo inducido desde EEUU con su campaña de pánico, pueden desencadenar una respuesta asimétrica cuya decisión debería tomarse en menos de cinco minutos.
Eso rompe el equilibrio entre potencias atómicas que signó la disuasión nuclear desde el mundo bipolar surgido de los tratados de Yalta, basados en que ninguna de las potencias tenía ventaja sobre la otra, por lo cual la mutua destrucción estaba asegurada ante cualquier ataque.
En rigor, el mundo bipolar era “estable” porque había establecido “áreas de influencias” con garantías de seguridad. El “mundo unipolar” fue fugaz y equívoco. En realidad cambió la bipolaridad de Este-Oeste a Norte-Sur y resultó mal negocio para EEUU, debido principalmente al dilema Triffin actuando sin corcet político. Los dólares terminaron en China.
Recientemente recordábamos que China nunca dejó de hablar de las relaciones Sur-Sur y del Sur global. En muy poco tiempo China se trepó al primer lugar en innovación tecnológica, desarrollo y PBI por producción. Entonces el Complejo Industrial Armamentista Financierista Académico y Mediático de EEUU choca con una corriente globalista en la Casa Blanca, que prefiere establecer nuevas áreas de influencia para cierta “estabilidad” trilateral, de acuerdo a la realidad de la potencia militar y económica de Rusia en su irrompible alianza con China.
EEUU tiene que dejar de cercar con misiles nucleares a las otras dos gigapotencias y darles garantías de seguridad, porque sii no lo hace, esta vez la guerra no es sólo en Europa, porque los alcances misilíticos son de más de 18 mil kilómetros (a eso de refirió Vladimir Putin, cuando habló de respuesta “severa, asimétrica”, durante su alocución al parlamento en 2020) y, lo más grave: todo el planeta pasa a ser escenario de inestabilidad. Si Ucrania cumple sus objetivos escritos de “recuperar el Donbass y Crimea” en pacto de la OTAN, la respuesta rusa va a ser a la OTAN. Por primera vez EEUU sería agredido y volvería Europa a ser el centro de una guerra. En Europa ya son varios quienes para que la OTAN los defienda así, prefieren defenderse solos.
En cuanto EEUU empezó a enviar armamento a Ucrania para su guerra interna en la frontera del Donbass, Rusia dejó ver cerca de las costas atlánticas de EEUU un submarino indetectable, y a propulsión nuclear con 18 ojivas nucleares (“Ahí les va”, se sorprende que esta noticia sólo haya resonado en Rusia). Rusia tendría hasta 3 de esos submarinos que pueden efectuar disparos a cinco minutos de Washington, pero también aumentó la cooperación técnico militar con La Habana, Caracas y Managua.
Lavrov reiteró el argumento que le dio Antony Blinken sobre “libertad de alianzas”. Si eso es lo que Washington quiere, estaríamos hablando de un mundo multipolar y muy velozmente reconfigurado. No hay estabilidad trilateral sin áreas de influencia con garantías de seguridad.
ALEMANIA SE ADELANTÓ
Lo sabido de la carta confidencial de Blinken es que dice que la OTAN está de puertas abiertas, contrariando la petición rusa de que no se expanda hacia el Este, pero hace dos semanas la Ministra de Relaciones Exteriores alemana Anallena Baerbok visitó Moscú y a su regreso a Berlin, el canciller Olaf Sholz anunció categórico: “Alemania no va a enviar armamento letal hacia las fronteras de Ucrenia con Rusia”. Luego el Walll Street Journal acusó a Sholz de bloquear el envío de armamento alemán de Estonia a Ucrania. Alemania es miembro clave de la OTAN, El más importante miembro de Europa. La respuesta ya fue dada. Si EEUU arriesga bases y misiles en Ucrania va a ser por decisión unilateral. Al menos durante cinco años, porque Sholz asumió la cancillería hace menos de un mes.
Biden esté necesitando desesperadamente una guerra para levantar en las encuestas de cara a las elecciones de medio término, pero el propio presidente ucraniano Zelensky, desmiente que haya una amenaza rusa a Ucrania:
“Zelensky dice a Occidente, por favor no creen pánico. Rusia no nos invadirá”.
“El presidente de Ucrania insta a los líderes mundiales a bajar el tono de la retórica sobre la amenaza de guerra con Rusia”.
“Volodymyr Zelensky acusa a Occidente de causar ‘pánico’ con advertencias de una invasión rusa que perjudica a la economía ucraniana”.
En todo caso, este conflicto abierto entre Zelensky y Biden muestra dos cosas: Zelensky no quiere morir, ni siquiera por Estados Unidos y Biden está perdiendo el control de la narrativa sobre Ucrania, y por lo tanto está perdiendo el control de Ucrania.
Un sucedáneo posible de bombardeos yanquis son las siempre mentadas “sanciones”. En este caso a Rusia. A algunos países les hacen daño económico con las sanciones, por sus circunstancias comerciales y geopolíticas, hacen grave daño a Cuba o a Venezuela, por ejemplo. A Irán no tanto. Pero las “sanciones” unilaterales aplicadas a China son tan ridículas que Beijing ni siquiera las consideró en una evaluación de cuánto menos que el doble de EEUU hubiese crecido estos años, si no hubiese sido “sancionada”. Y las sanciones a Rusia son muy graciosas. Bloquean las cuentas de los funcionarios rusos en el exterior y los funcionarios rusos tienen prohibido por ley rusa tener cuentas en el exterior.
El jueves apareció un video de Putin riendo a carcajadas. Buscálo en Youtube (https://www.youtube.com/watch?v=EHJ4WveOl5c) Es un fenómeno raro de apreciar, algo así como un eclipse venusiano, pero tampoco habíamos apreciado que se amenace “sancionar a Rusia por movilizar tropas rusas en territorio ruso”.
Claro, Putin es jefe de Estado de la potencia militar más desarrollada cualitativamente, pero cualquiera se asustaría de semejante acusación yanqui. Después de todo a Irak lo destruyeron por unas armas de destrucción masiva que Irak no tenía.
LA PARTIDIZACIÓN POLÍTICA DEL CONFLICTO
Nuevamente Rusia jugó sus cartas en la polarización izquierda-derecha. Ha quedado claro cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la propuesta rusa que condena toda glorificación del nazismo y de la ideología nazi. Esta propuesta fue respaldada por 130 países, 49 se abstuvieron (incluyendo la Unión Europea, defensora implícita del nazismo que la gobernó y masacró durante la II Guerra Mundial y los otros usuales gobiernos serviles o cómplices de la OTAN: Gran Bretaña, Canadá, Australia, Japón y los países bálticos), y sólo 2 votaron explícitamente en contra: U.S.A. y Ucrania. Tiene que haber sido duro para Zelensky, de ascendencia judía, votar sobre este tema contra Rusia e Israel juntas.
Esto produjo fuertes críticas en el parlamento francés al voto de Macron en la ONU y el rechazo de Izquierda Unida-Unidas Podemos al voto de Sánchez, y así en cada país de la Unión Europea donde los neonazis siguen creciendo. España, además, envió ampliación de tropas a Ucrania, envío que le valió a Sánchez la felicitación del PP, su socio del corazón.
La Unión Europea sigue el rumbo de Polonia, los bálticos y Rumania, pero ya Croacia (que tuvo al comienzo de la “Segunda Guerra” colaboración con Hitler similar a los anteriores, ha puesto el freno a las pretensiones de Biden de volver a lanzar a Europa a la guerra contra Rusia.
Hungría, con gobierno de derecha, ya se había separado de la ofensiva polaco-rumana (ayer Orban estuvo cinco horas reunido con Putin), pero el tiro de gracia lo da Alemania sumando a Francia en un nuevo proyecto de corte antiUE actual e incluso antiOTAN.
Según Germán Gorraiz López, analista navarro en observatoriocrisis.com,, “La entente franco-alemana conjugará los acuerdos preferenciales energéticos con Rusia con la revitalización de la energía nuclear y el extraordinario desarrollo de las energías renovables y será el referente político-económico europeo del próximo quinquenio, no siendo descartable el rediseño de una nueva cartografía europea que supondría el finiquito de la actual Unión Europea y su sustitución por la Europea de los Seis (Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Holanda e Italia)”.
Al final de toda la histeria de Borrel (fue El País de Madrid quien “filtró” parte de la negociadora carta de EEUU y la OTAN) está la puesta en marcha del Nord Stream 2. Annalena Baerbock prefiere el gas convencional al fracking y los precios del gasoducto a los del transatlántico flete y las garrafas. Natural.
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