La única política es internacional, decía Perón, aun siendo nacionalista. Pero cien años antes que Perón lo dijo Carlos Marx y fundó el Partido Internacional de los Trabajadores. En política hoy tenemos tres conflictos bélicos con movilización de tropas en aumento, que son parte de una misma guerra que podríamos sintetizar en la OTAN contra los BRICS. Una de ellas es la que sucede en Ucrania, otra en Asia Occidental, donde Israel comete genocidio en Gaza y se enfrenta a Yemen y a Irán. La tercera, más reciente, es la de Donald Trump y el ejército de los Estados Unidos contra Venezuela, que a su vez está alistando milicianos para su defensa. En las tres, el gobierno de Uruguay y, por lo tanto, el Estado de Uruguay toma partido por la OTAN. Es negacionista del genocidio en Gaza, acordó relaciones especiales con Ucrania superiores a las anteriores y desconoce al Estado de Venezuela, porque desconocer al jefe de Estado, a la Corte Nacional Electoral y al Supremo Tribunal de Justicia es desconocer al Estado. Con este desconocimiento echa por tierra la Doctrina Larreta, que fue orgullo, avance, delantera de una política de Estado internacional de la República Oriental del Uruguay durante décadas. Si atendemos a lo más grave de todo, es sin duda el negacionismo de Gaza. Gaza hoy es Auschwitz más Guernica, es el lager más el bombardeo de civiles indefensos. Es cierto que lamentablemente no son pocos los negacionistas de Auschwitz que esgrimen argumentos falaces, tales como poner en cuestión las fotografías y los videos Nikon de la Unión Soviética y especialmente los informes del ejército soviético que hablaban de más de un millón de víctimas en base a los pesajes de pelos y de otros elementos de evidencia que encontraron. Pero ciertamente no pudieron filmar el millón de damnificados, porque ya no estaban, apenas quedaban algunos famélicos sobrevivientes. Poner en cuestión la información que brindó la Unión Soviética, el único que pudo hacerlo porque liberó el campo de concentración de Auschwitz, es gravísimo. Pero muchísimo más grave es el negacionismo de un genocidio en vivo y en directo para todo el universo, tal cual lo están haciendo los países de la OTAN, a los que se suma Uruguay.
Cuando al presidente Yamandú Orsi un periodista lo cuestionó por este negacionismo, él contestó que “no lo vamos a correr con el poncho”. Una de sus tantas metáforas con las que pretende, de hecho, parecerse a Mujica. Pero Mujica era un sabio en elaborar metáforas con la teoría del analfabetismo, teoría compleja, muy difícil de estudiar, que elaboraron José Bergamín junto a Carlos Vaz Ferreira, entre otros, de la que parece no tener demasiada idea Yamandú Orsi, cuando elige, por ejemplo, la metáfora de “un tanque aplastando un yuyito”, que sería Palestina, o cuando anuncia un “impasse” en el procedimiento de implementar la ANII en Jerusalén, afirmando que es una “suspensión hasta que bajen las aguas”. Aquí no se trata de yuyos, ni de una crecida de un río: la naturaleza no es tan criminal.
Pero quiero detenerme especialmente en la metáfora “no me corren con el poncho”. Parece ser que quienes no lo corremos con el poncho somos siempre desde la izquierda. No lo corre Zhitloski, no lo corren los judíos que firman que el genocidio no puede jamás hacerse en nombre del pueblo judío, no lo corren los sindicatos, no lo corre el pueblo, no lo corre la clase obrera. A él lo corren hacia Stalingrado y no hacia Berlín. Y le advertí hace bastante tiempo que cuando llegase a Stalingrado se detenga: le va a ir mal.
En estos momentos la causa de los pueblos está siendo especialmente defendida por el RIC 3.0, esto es, Rusia, Irán, China. Pero esto fue ya en 1923, a partir del texto de Lenin Mejor poco, pero mejor. La propuesta del revolucionario ruso para el Sur Global, para “la mayoría de la población del globo”, incluía a Rusia, India, China, en el comienzo de esa formación. Esta idea del RIC fue retomada (2.0) por Yevgueni Primakov, primer ministro de Rusia, gestor de la presidencia de Putin —porque hubiese sido su rival en elecciones y se retiró para dejarle la presidencia—, y gestor especialmente de Serguéi Lavrov, el actual canciller, porque Primakov también fue canciller, aparte de haber sido agente de la KGB internacional con varios destinos en el Sur Global. Lavrov lo considera su maestro. Lavrov, quien se presentó en Alaska con una camiseta de la Unión Soviética, y a la semana se agotaron en todas las tiendas de Rusia todas las ropas revival sobre la Unión Soviética.
Este RIC 3.0 se produce cuando China abastece de armamento defensivo a Irán, ante un posible y muy probable nuevo ataque ilegal de Israel por fuera de todas las normas de la jurisprudencia. Y finalmente tenemos que tener en cuenta que este RIC tiene fronteras con cuatro países de potencia atómica: Irán con Pakistán, que ya ofreció sus bombas para defenderlo de las bombas atómicas ilegales no supervisadas de Israel; la propia China; la propia Rusia; e India, que superó su conflicto con Pakistán, en parte por la ayuda de aviones chinos a Pakistán, pero también sus problemas fronterizos con China. Concurrió al BRIC de Río de Janeiro, donde Lula puso coto a la agresión de Trump en América Latina, lo cual le costó una respuesta intimidatoria de Estados Unidos que Lula está aguantando, mientras Itamaraty reconoce que la agresión de Estados Unidos a Venezuela es una agresión contra Brasil, porque debilita la región y propende a que el siguiente objetivo militar de los yanquis en la región sea precisamente Brasil.
De la tercera de esta guerra mundial en curso que transcurre en Ucrania, se puede decir que Rusia ya la ganó: ya recuperó seis de los ocho óblasts rusos que integraban Ucrania desde las cesiones de Jrushchov en 1956, y sigue avanzando al borde del colapso del ejército ucraniano, que ya no tiene manera de sustituir la tropa en la línea de contacto y, aun con todo el apoyo de la OTAN, del dinero, del armamento, no consigue reponer tampoco ni las municiones ni el armamento destruido por el ejército ruso.
Donald Trump, en este panorama, toma medidas ridículas contra China, pero algo tiene que hacer Estados Unidos, porque si deja todo tal cual está, su decadencia es inexorable. Sin embargo, las medidas de Trump fortalecen a China, que es —tal cual lo declara el Departamento de Estado— el enemigo principal, el enemigo al cual intenta desgastar en las otras tres confrontaciones bélicas que estamos aquí reseñando.
Es con este panorama que algunos intentan hacernos creer que avanza la ultraderecha, cuando lo único que está ocurriendo en la política occidental, y exclusivamente occidental, es que la derecha se está derechizando, pero también la izquierda se está izquierdizando. Alcanza con ver el ejemplo de la interna en Chile, donde la candidata del Partido Comunista, la candidata de la unidad de la izquierda; el ejemplo de Nueva York, donde un candidato verdaderamente antisistémico avanza en el Partido Demócrata; o el propio ejemplo de Berlín, donde ganó la izquierda, aunque en toda Alemania creció la ultraderecha neonazi y donde ganó la izquierda porque entre la juventud la mayoría votó a la izquierda. Eso tiene una prospectiva que desmiente a aquellos agoreros del avance de los pueblos en este momento, de repliegue mundial del imperialismo. Repliegue que es cada vez más peligroso porque la bestia herida causa daño cada vez mayor con sus manotazos de ahogada.