miércoles, 29 de abril de 2015

Yo quiero cambiar Bagdad




No hay perjuicio para el país en que Garcé caiga por debajo de Novick, al contrario. Esta columna no tiene propósito electoral. Sólo motivo. La motiva la angustia de Novick, a quien entiendo diciéndome que es culpa de la ideología que él no pueda cambiar Montevideo porque él no es del Frente Amplio.

La certeza de esa queja está en otro lado, no en que él sea ideológico, porque es cierto que si fuese del Frente Amplio, tal vez podría. De hecho Martínez puede porque es del Frente y de hecho la va a seguir cambiando Martínez pero ¿no es también cierta -y justa- la acusación de Novick a la ideología de que Martínez sea del Frente y él no?

"¡No hablemos más de ideología!" protesta Novick, como protestaban los fascistas en el poder y en el gobierno, "¡No se hable más de política!", pero con una diferencia: nosotros hablábamos de política aunque Bordaberry nos lo prohibía, en cambio de ideología el único que habla es Novick, trayéndola a cuento de que no va a poder cambiar él Montevideo.

Cuando Lacalle decía que los beneficiarios del plan MIDES eran unos atorrantes, probablemente no estuviese empleando la táctica más adecuada para ganar votos entre dos sectores numéricamente importantes del electorado (los beneficiarios del plan MIDES y el pueblo en general), pero, aunque a muy pocos les gusta que se los insulte, todos sabían a qué se refería Lacalle con el término atorrante y algunos cuantos se consideraban realmente atorrantes en esa acepción embustera, ideológica de Lacalle. Lo que no quiere decir que fueran a votarlo. Los únicos atorrantes que lo votaron fueron atorrantes que no son beneficiarios del plan MIDES, sino de las altas finanzas buitres, los propiamente atorrantes, pero Novick habla del propio Novick (Lacalle atorrante no es; Novick es un ideólogo). Casi nadie en este país cree tener una ideología ni sabe lo que eso realmente significa. Novick se dirige a una canción de Alejandro Lerner, que no vota en Uruguay porque es argentino. Y quién sabe si Lerner no hizo más que tomarse una licencia poética en una balada intimista, "defender mi ideología, buena o mala pero mía"; capaz que si le preguntás por su ideología te dice "y yo qué sé".

A ningún montevideano Montevideo le importa menos que a Novick y la poética de los hechos es científica. La realidad es que no va a ser Novick quien cambie Montevideo porque no movió un dedo para hechizar portaviones, para apretar un botón que reciclara poderío en conmiseración, para embrujar los misiles y hacer estallar el hongo de los derechos civiles de los fantasmas que, vagando bajo las ruinas, pueblan Bagdad.