lunes, 8 de abril de 2013

Rivales y hermanos

En este caso no hay banderas que nos separen. Al contrario, como dice Jorge Luis Borges: "por algo tienen los mismos colores nuestras banderas" (es por España y Perú, pero son los mismos) y la de Artigas la compartimos en doce diseños.
Tampoco es por los mapas, porque no se trata de un problema de límites geográficos,y nunca fue una lucha de puertos, porque éstos son distintos pero las cañoneras que los dominaron y los hicieron rivales, siempre fueron del Norte -ya eran inglesas las del Directorio Porteño unitario-.
Arrebatémosles a las facturaciones internas del FA el tema. La cuestión concreta viene de antes. Del 2001-2002.
Si se recuerda bien, con Menem, Sanguinetti y Lacalle se llevaban bárbaro, tenían proyecto común de política neoliberal, de rol regional (con algún matiz importante marcado en su momento por Enrique Iglesias) y sobre todo de planteo ante el Norte.
Cuando Duhalde (no Kirchner) declaró el dafault, comenzó la diferencia actual. Ellos confrontaron con el FMI y Batlle les dijo que eso no se hace. El sistema político uruguayo entero (Astori dijo "¡la debacle!" tomándose la cabeza), se distanció del dominante argentino y sus consecuencias han llegado hasta hoy.
Porque, aunque Argentina negoció con el FMI e incluso logró con Obama cierto apoyo judicial yanqui para las apelaciones ante los fondos buitres en Nueva York, los bonos uruguayos son más confiables que los argentinos si Argentina pierde el juicio, las políticas financieras, fiscales y comerciales son rebusques distintos en cada país de acuerdo a cómo está negociando, desde posiciones distintas, con Chevrón o con el Fondo que Tabaré integró desde hace años y con varios grupos y Estados inversores.
Son políticas de Estado y de gobierno, tanto allí como aquí, no de tal o cual dirigente y todo a partir de aquella cara de pocker, con que Duhalde recibió las disculpas de Batlle.
Disputas por inversiones (Botnia y otras), por tipos de cambio, por información fiscal, por ventajas comparativas en relación con los mercados.
Uruguay solo sirve de playa de desembarco si las mercaderías también pueden seguir de largo. Por eso, aunque el gobierno uruguayo no confronte con el Norte a la manera de los Kirchner ni de Chávez, necesita acuerdos regionales y, sin embargo, no parece estar bien dispuesto a renunciar a la medra de Buitton, por ejemplo y de tantos cruceros al paraíso, al viejo estilo de los negocios ingleses del siglo XIX.
Confío en que Tabaré sabrá llevar este asunto, en su segundo período de gobierno,con mayor experiencia, con más viveza y menos "de vivo". Cristina, en realidad no es menos política que Néstor. Por el contrario, él era menos audaz, pero ella tiene el mismo ojo que su difunto esposo para la política internacional. Junto al ojo de Tabaré, entre ambos, podrán hacer, en perspectiva, una sola mirada.
Mujica y su canciller Almagro hicieron bastante por mitigar los efectos negativos de una situación que, como digo, es muy anterior a ellos y en cualquier caso es mejor para ambos países y para el Continente, un gobierno del Frente, cualquier gobierno del Frente, que el cipayismo de blancos y colorados. Ni qué decir que si ganara la oposición argentina o venezolana, retrocedería de inmediato toda la izquierda latinoamericana y el FA volvería al llano, como antes de que Lula y Kirchner asumieran en Brasil y Argentina. El repunte subjetivo de la derecha uruguaya sería imparable.
"Fuimos el balcón al frente de un inquiliinato en ruinas" decía Zitarrosa en "Coplas al pueblo argentino". Ahora que estamos reciclando lindo aquel inquilinato, no hagamos más conventillo, hagamos política, tenemos la misma savia del árbol de nuestros sueños.