lunes, 26 de abril de 2010

La vieja ola

Se estrenó en Uruguay un peliculón montado por el director alemán Dennis Gansel, sobre el experimento que realizó en Estados Unidos en 1967 un profesor universitario, Ron Jones, queriendo demostrar que también entonces y allí podía muy fácilmente darse el caso del fascismo entre sus propios alumnos.

Gansel retoma el tema en la Alemania actual y obtiene un resultado formidable. El valor educativo de esta película contemporánea radica tanto en mostrar cómo la juventud llega a abrazar la violencia fascista, como en demostrar que también es capaz de reaccionar con valor e inteligencia para oponerse a las tentativas de manipulación.

“Las preguntas de si el fascismo puede ocurrir de nuevo, de cómo funciona el sistema fascista, de cómo la gente puede dejarse llevar, tienen un gran interés para mí –explica Gansel–. Supongo que tiene algo que ver con mi propia historia familiar. Mi abuelo fue un oficial del Tercer Reich, un hecho con el que mi padre y mis tíos han tenido grandes problemas. De joven solía preguntarme cómo me hubiera comportado en una situación como aquella. En Before the fall (película de hace cuatro años, que no llegó a Uruguay; es muy positivo que esté llegando más asiduamente este tipo de cine a nuestras salas de estreno), indagué una respuesta a ese interrogante, "¿Cómo eran las cosas entonces? ¿Cómo engañaron los Nazis a la gente?" En La Ola, la pregunta es "¿Cómo se nos podría engañar de nuevo hoy? ¿Cómo podría funcionar el fascismo hoy de nuevo? ¿Sería posible? ¿Podría algo así suceder aquí y ahora en una escuela normal?"

Los estudiantes se muestran escépticos ante la idea de que pudiera volver una dictadura como la del Tercer Reich en la Alemania de nuestros días. Creen que ya no hay peligro de que el nacionalsocialismo vuelva a hacerse con el poder. Basta una semana de clase con un experimento social que cobra vida y se convierte en una refutación peligrosa con desenlace faltal.

El relato está inspirado en la novela homónima de Morton Rhue (1981) que, a su vez, se basa en el experimento de Jones en el instituto de Palo Alto (California). El protagónico de la película, Rainer Wenger, así William Ron Jones en 1967, tuvo que interrumpir después de cinco días su ensayo, con el que hizo comprender a sus estudiantes la dimensión real de la autocracia, con excesivo éxito.

Gansel le da un final más duro, considerando que se trata de Alemania y que el tratamiento de la historia es incluso cordial, por momentos.


“Pensamos que al hacer la película 40 años más tarde y en Alemania tenía que haber un final diferente, porque los tiempos han cambiado y también porque en Alemania tenemos la experiencia de los resultados del fascismo con el Tercer Reich. Teníamos que hacer un final más duro. En cierto sentido hemos presentado La Ola como algo agradable. Al realizar pases de la película con otro final, el final seguro, a los jóvenes les gustaba. Ellos pensaban 'esto mola', los tatuajes, la música... Entonces nos dimos cuenta de que teníamos que mostrar lo mismo con más crudeza para hacer un aviso todavía más serio de aquello a lo que puede conducir el Fascismo”.

Pero aparte de ese matiz, el relato se basa con bastante rigor en la experiencia de Ron Jones y los hechos reales que produjo.

“Teníamos las notas originales de Ron Jones –explica Gansel–. Así que teníamos una idea bastante fiel de cómo fue el experimento. Pero una vez que decidimos reubicar la historia en la Alemania de hoy, eso supuso reimaginarla como una historia alemana, con un entorno específicamente alemán. Ya que crecimos en entornos parecidos, decidimos hacerla en una escuela muy similar al tipo de escuela a la que fuimos. En esta película hay personajes con los que realmente fui a la escuela: With, al igual que Peter Thorwarth. Hay profesores que nos hubiera gustado tener y otros que realmente tuvimos. Conservar una perspectiva de mundo real fue una gran ayuda. A partir de ahí desarrollamos la historia basándonos en estos personajes. El modo en el que nos lo habíamos imaginado, lo que habrían hecho en ciertas situaciones, y dejar que las cosas se desarrollaran desde ahí de forma natural.

Ese desarrollo “en forma natural” es el juego que plantea el profesor Rainer (Jürgen Vogel) para “jugar” a la historia en su clase. Gansel muestra paralelamente como los chicos juegan también a la historia poniendo en escena una obra de Friedrich Durrematt para teatro (La visita de la anciana dama, El desperfecto), una crítica al capitalismo donde la historia tiene un libreto. La relación entre la disciplina y la anarquía, entre el guión y la improvisación, las pulsiones y el orden, ocurre en ambos escenarios, el aula y las tablas. El final trágico del film se desencadena cuando la historia de fuera entra a tomar parte del juego de la clase, los dramas sociales de los chicos, sus diferentes psicologías y las historias de sus familias.

También el profesor y su mujer (Christiane Paul, igualmente profesora), que viven en un bote casa, introducen un elemento de conflicto entre ellos, que permite otras lecturas de una película muy rica en su apertura a la reflexión.

Una película que hace pensar, muy bien actuada y dirigida, con un ritmo, que no se saltea nada y, sin ser frenético, mantiene al espectador atento todo el tiempo.

“Yo sigo teniendo todavía sentimiento de culpabilidad –cuenta Gansel–. Nací en el 73; pero los actores (los alumnos), que son de la generación del 84, del 85, no tienen ese sentimiento de culpabilidad. Para ellos es una más de las cosas que pertenecen a la historia de Alemania, como la Primera Guerra Mundial, Martín Lutero..., es algo que tienen que estudiar y están incluso un poco cansados de hacerlo. Es un poco ingenuo, pero al mismo tiempo es muy refrescante, porque realmente pueden tratar un aspecto muy trágico de nuestra historia desde un punto de vista muy relajado, al no sentirse culpables.

La prensa española le pregunta a Gansel por las posibilidades de que un cine así pueda hacerse en España.

“Actualmente en España se está viviendo una polémica sobre si es correcto juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura franquista, ¿cree que son útiles las leyes que pretenden hacer justicia sobre estas etapas de la historia?”.
Gansel contesta: “Es sorprendente que surja la pregunta sobre si es bueno o malo. En Alemania nadie diría que es malo, se consideraría que es necesario que realmente veamos nuestra oscura historia. No conozco muy bien la sociedad española, pero desde mi punto de vista alemán creo que ya es hora de que los españoles conozcan su historia. Además, mientras no haya realmente un tratamiento sin emociones y sin prejuicios de la historia y del fascismo aquí en España, también va a ser muy difícil atraer hacia la política a los jóvenes, a las generaciones futuras; va a ser muy difícil que se interesen por ella. Y esto es así porque muchas de las víctimas todavía viven y también muchos de los que se beneficiaron del régimen. Es tiempo de que la gente hable de estas cosas, aunque sea sólo para honrar a las víctimas”.