lunes, 25 de mayo de 2009

Libre del foro

Me consta que el de El País no es el único de esos foros dedicados a discutir si “la gallina” es Nacional o es Peñarol. Ya conocía otros y decididamente no me interesaba participar de ellos.

Hará un par de semanas recibí en mi blog gran cantidad de comentarios acusándome de gallina, insultándome y amenazándome, por una supuesta violencia mía contra Nacional. Ahí quedaron los comentarios por un tiempo. Sospeché que se trataba de una confusión con alguno de esos foros que proliferan en Internet. Me llamaban por el nombre y apellido de mi firma pero también por una apócope del apellido tras la inicial del nombre.

Empecé a preocuparme cuando recibí un mail en el correo electrónico de mi lugar de trabajo. Ahora me escribía un supuesto hincha de Peñarol. Volvió a aparecer la misma apócope seguida esta vez de “me encanta cómo te cogés a las gallinas en el foro” y cuando, en esos días, salió en La República la crónica de la presentación de mi libro Vayan pelando las chauchas, comentada en La República Digital por varios cibernautas que me confundían con quién al parecer, firmando con esa apócope, escribía insultos contra Nacional en el foro de El País.

Hice la aclaración del caso en el sitio de la crónica y en mis blogs. Pero el sábado pasado me enteré, gracias a la columna de un periodista que comentó el hecho, que en el foro de El País no sólo seguían confundiéndome con ese usuario, sino que además me atacaban con nombre y apellido, señalando mi lugar de trabajo, mi libro y adjudicándome expresiones que no son mías ni comparto.

Reiteré la aclaración en esa columna y por la noche llamé a El País. Hablé con mis amigos de Ovación (dicho sea de paso, el mejor suplemento deportivo que se edita en Uruguay; y no dicho por amistad, porque también tengo amigos en sus competidores y tampoco dicho como valoración comparativa de profesionales, porque es posible que cuenten en Ovación con mayor respaldo económico, infraestructura o apuesta empresarial a su producto). Me comunicaron que nada tenían ellos que ver con la edición digital.

Llamé entonces al Digital. Pedí a la editora se hiciera una aclaración pertinente, porque me estaban amenazando y perjudicando mi obra sin justicia. Me expresó toda su comprensión y buena disposición a publicar la aclaración. Ellos habían confirmado, por sus direcciones de contacto, que el usuario de la apócope del apellido de mi firma no es mi persona. Pero dijo que antes debía consultar con un coordinador que llegaba más tarde. Explicó que había un problema legal, porque ese usuario no decía ser yo. Pero tampoco lo negaba y otros sí escribían en El País diciendo que ese usuario era yo.

Anoche abrí El País Digital y los comentarios a la nota del partido. Había más de 1.300 comentarios. Casi todo giraba en torno a la ya eterna cuestión de cuál es la gallina, si Peñarol o Nacional. Los fui pasando y no había ninguna aclaración, pero seguramente la hubo durante unas horas, porque mientras gran cantidad de los comentarios seguía refiriéndose a las expresiones que antes creían mías y para nada comparto, ya no me aludían con nombre -era un avance-.

He recibido amenazas en otros tiempos, pero en el marco de una lógica política, en la que sabía a qué atenerme. En este caso podría hacerme usuario, integrarme a ese foro y debatir obligado –si pretendo evitar más confusión– en una dialéctica que desconozco, que considero demencial y que no me interesa (entre otras cosas porque no tengo nada contra las gallinas, ni contra las literales ni contra las figuradas, si las hay).

Parecería que el coordinador considera que si no me suscribo a su página no tengo derecho a mayor aclaración.

Como decía Mario Benedetti, “uno no siempre hace lo que quiere, pero siempre tendrá derecho a no hacer lo que no quiere”. No me hice usuario.

PD: Encontré en ese foro un par de frases ingeniosas y el merecido júbilo de hinchas de Nacional, cuyos dirigentes han hecho las cosas mejor que los de Peñarol desde hace años, empezando por lo referente a las relaciones con la hinchada y los jugadores, temas fundamentales en los que, decididamente, les sacó ventaja a ambos Defensor Sporting, pero fue casi una hora de aburrida conexión.

Cuando apagué la computadora, sentí tal sensación de libertad, que pensé si no sería mejor olvidarme completamente del asunto, tenga las consecuencias que tenga.

Habrá que recuperar la sociedad misma, porque es la única manera de frenar la tecnología e incluso de usarla a nuestro favor. Comprendí a Santiago Alba: “somos libres cuando abrimos un libro; pero sólo somos libres cuando cerramos el ordenador (o el celular o la televisión)”.

martes, 12 de mayo de 2009

Cero bolani al público

Nunca había visto una cuarta pared tan cerrada en un teatro circular. Bolani deja apenas una mirilla, el ojo de una cerradura, para que el público se asome a esta historia de poderes y memorias, es decir de olvidos e impotencias.

La obra se llama Tape, la escribió Stephen Belber y es la primera dirección extraacadémica de Jorge Bolani. En el teatro Circular, para espiral del tiempo cíclico de su mitología, y con tres actores tan cuidadosamente elegidos como el texto de Belber: Álvaro Correa, Moré y Paola Benditto.

El juego es entre los tres actores, solo entre ellos. Fuera de la dirección de actores y las actuaciones todo es de palo.

No hay efectos. Es un trabajo chiquito hecho de mucho tiempo, minucioso, detallado, artesanal, miniminimalista. Todo en Tape es sencillo y resulta tan atrapante como la mayor curiosidad.

Mi percepción de lo desparejo de los elencos institucionales montevideanos, que en otros tiempos tenían excepciones de insuficiencias y en estos es al revés, se tranquilizó bastante al ver que el más cerebral de los actores uruguayos, capi di tutti capi, se metió en otros tres actores para darle a su Circular un hito digno de los tiempos en que él ahí actuaba (aunque entonces no era quien más se destacaba). Una pieza más intensa que Exiliados (lo más significativo que recuerdo haber visto en esa Sala 2), casi tan precisa como el mejor Pinter, que, puesta en escena a la perfección y con absoluta disciplina técnica de Correa y de Benditto (un poco menos de Moré, pero también hace un trabajo con suficientes aciertos) me sosiega al pensar que ganamos un director consciente de las marcas que acarrea.

Francamente, luego de un par de parciales decepciones en El Galpón y en El Circular, he visto dos obras que me confortaron. Tape, en el Circular y Pieza para dos actores en el teatro Agadu, dirigida por Antonio Baldomir. Un verdadero rescate de la dirección escénica. Pero al comentario de Pieza para dos actores habría que titularlo ligeramente distinto que el de Tape. “Cero bolani del público”. Ha pasado desapercibida. Tape será un éxito, sin duda, de esos que antes duraban tres años en la misma sala.
Las de Curi verbigracia, aquel Bolani de Doña Ramona.